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Historias citadinas

Un viaje al corazón de las ferias persas

Hay tres autorizadas y viven 150 familias gracias a estos paseos comerciales. Con códigos propios, los mercados persas se caracterizan por los buenos precios. Hacen oídos sordos a los comentarios despectivos que reciben y dicen que sus clientes son de todas las clases sociales. Por Natalia Caballero.

Por Redacción Tiempo de San Juan

Por Natalia Caballero

Suena Nene Malo al palo mientras los empleados comienzan a sacar las prendas que exhibirán en los locales que forman parte de la Feria Persa Municipal ubicada en avenida Rioja y Libertador, donde trabajan más de 50 personas diariamente. Códigos propios que se cumplen a raja tabla y la solidaridad entre pares como primer mandamiento interno configuran el mundo de los mercados persas del que dependen 150 familias en San Juan.

Son tres las ferias persas autorizadas que funcionan en el microcentro según informaron desde la Municipalidad de la Capital. Al igual que cualquier negocio que trabaja en el microcentro cumplen con todos los requisitos edilicios y con el pago de la tasa de comercio de acuerdo a lo informado por Juan Sánchez, Jefe de Gabinete.

Arturo Vera, más conocido como el “Jefe” en la Feria Persa Municipal de avenida Rioja y Libertador, fue vendedor ambulante durante más de 20 años y desde hace 6 tiene un puesto fijo. El hombre fue uno de los líderes de una lucha protagonizada por un grupo de ambulantes que fueron expulsados de las calles durante el gobierno del bloquista Enrique Conti en la Capital. Al quedarse sin trabajo, reclamaron y reclamaron en la puerta del palacio municipal hasta que lograron que el municipio les alquilara el lugar en donde están actualmente los más de 50 vendedores que quedaron desempleados en el 2006. Uno de los mayores logros para Vera es poder abonar el 50% del alquiler del edificio que ocupan actualmente con recursos generados por los propios ex ambulantes.

A las 9.30 los 50 negocios que funcionan en el mercado están a pleno atendiendo la demanda de la gente que entra sin cesar, donde se divisa algún que otro con la cabeza gacha por las dudas de que algún conocido pase cerca y descubra que los equipos deportivos que ostenta en el gimnasio no cuestan $600.

Los desopilantes precios y la gran variedad de prendas seducen a los clientes que pueden salir vestidos de pies a cabeza con apenas $250, incluyendo el calzado. ¿Dónde consiguen tantos buenos precios? Los mercados persas al igual que varios negocios céntricos se abastecen en La Salada y en algunos casos compran ropa en Bolivia.
Los negocios son rectangulares, la mayoría elige mostrar la mercadería en perchas colgadas en una especie de superficie enrejada. Al final del primer pasillo atiende Gabriel Almada, el galán de la feria persa municipal. Las chicas que atienden en locales vecinos le piden cambio, bailan llamativamente mientras reponen las prendas que faltan en el perchero y hasta se animan a encararlo. Al igual que pasa en cualquier mercado donde hay varios empleados, suelen armarse parejitas. Esforzando los tonos graves, Gabi dice que no tiene idea de su fama de galancete pero que se hace cargo de su poder de seducción con el sexo opuesto.

En la feria persa ubicada en calle Laprida antes de Avenida Rioja José Tomas Contreras es el presidente. Desde hace 22 años el mercado persa mantiene sus puertas abiertas, trayectoria que lo convierte en el más antiguo de la provincia. Al igual que en la otra feria, son 50 las familias que trabajan en el lugar.

Este mercado persa lo construyeron un grupo de vendedores ambulantes, en un terreno donado por el Gobierno Provincial. Los propios dueños de los locales fueron quienes construyeron los stands en donde trabajan.

Aunque podría desatarse una competencia deliberada entre los comercios, que en muchos casos venden lo mismo, la solidaridad prima en el mercado persa. Es que las familias adjudicatarias de los negocios se conocen desde hace tanto tiempo que la amistad pesa más que cualquier venta. Este código, que funciona a modo de acuerdo tácito entre los miembros de las ferias persas, es una constante en este tipo de paseos comerciales.

Una de las características que define a las ferias persas es el trato de los vendedores, con quienes se puede tratar y hasta pedirle una rebajita. Todos los empleados usan ropa casual, en la mayor parte de los casos ropa deportiva y zapatillas. El objetivo es acercarse más a la clientela que suele concurrir a los negocios y también mostrar la indumentaria que venden como un maniquí ambulante.

En la otra feria persa, ubicada sobre avenida Libertador antes de llegar a avenida Rioja, hay 30 stands que les permiten a 35 familias vivir. Al igual que en el resto de los mercados persas, se cumple con el horario de comercio y los negocios venden en su mayoría indumentaria.

Uno de los códigos que diferencia el funcionamiento de las ferias con el de cualquier negocio es la prohibición de alquilar los stands. Según coincidieron Vera y Contreras además de comerciar, el objetivo que persigue este tipo de mercados es que familias en riesgo económico que se han mantenido gracias a la venta ambulante puedan tener un puesto fijo de trabajo.

Si hay algo con lo que tienen que convivir los empleados de las ferias persas es con la discriminación del afuera, de los “chetos” o “gatos” como les dicen puertas adentro. La exclusión social y el prejuicio llevaron a un grupo de inadaptados a pintar "Negros de mierda" con aerosol en la puerta de la feria persa municipal. “Creo que las personas que escribieron eso deben sentirse mal con ellos mismos, me da lástima por ellos. Nosotros no hacemos nada malo, solo trabajamos. Parece que es un pecado tener piel oscura para algunos, yo les digo soy negro y está todo bien”, dijo Vera. La reflexión del hombre despertó la admiración de los compañeros que estaban a su lado mientras hablaba con esta cronista.

Con el único sueño de llevar el pan a la mesa y tratar de seguir creciendo, los vendedores que trabajan en los mercados persas representan un hito en la cultura citadina de San Juan, en donde la solidaridad es el valor más preciado por todos.

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