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SUSCRIBITELa famosa tubería del callejón Gómez se convirtió en un monumento del departamento del Gran San Juan. Todo comenzó en los primeros años del siglo XX, cuando los hermanos Jacquemín establecieron una destilería. El negocio cerró, y a pesar de los temblores y el paso del tiempo, sigue en pie. El año pasado fue puesta en valor por la intendencia.
Enclavada en el corazón de Rivadavia, la chimenea del Callejón Gómez se erige como un símbolo de la historia y el progreso productivo de San Juan. Su origen se remonta a las primeras décadas del siglo XX, cuando los hermanos Jacquemín adquirieron un terreno a metros de la actual Avenida Libertador y establecieron allí una destilería que fusionaba tecnología nacional y francesa.
El predio, que previamente había pertenecido a Eloisa Recabarren, se transformó rápidamente en un polo industrial clave. Gracias al empleo de las torres Cazenave, estructuras especializadas en la destilación de aguardientes, la destilería logró consolidarse como una referencia en la industria local. Su gran chimenea, con aproximadamente 40 metros de altura, se convirtió en un ícono de la zona, resistiendo el paso del tiempo y los embates de los movimientos sísmicos.
Sin embargo, con el cierre de la destilería y el derrumbe parcial de la bodega, el avance urbano modificó el paisaje circundante. A pesar de ello, la chimenea se mantuvo en pie, recordando la época de esplendor industrial que marcó a Rivadavia. Su importancia fue oficialmente reconocida en 2005, cuando el Concejo Deliberante la declaró Monumento Histórico Municipal, asegurando su preservación como parte del patrimonio cultural de la comunidad.
En noviembre de 2024, la intendencia de Rivadavia emprendió un ambicioso plan de renovación para restaurar y realzar este monumento histórico. Las obras incluyeron la instalación de un sistema de iluminación escénica, la pavimentación de una banquina y la colocación de cordón-cuneta, en un esfuerzo por integrar este testimonio del pasado con la modernización del entorno.
Actualmente, la chimenea del Callejón Gómez no solo es un vestigio de la industrialización rivadaviense, sino también un símbolo de identidad y arraigo para sus habitantes. Su conservación representa el compromiso de la comunidad con su historia y el reconocimiento de aquellos que forjaron el desarrollo productivo del departamento.