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Historias

Recuerdos de carnaval: el insólito disfraz de Sarmiento, los muñecos de Oreste Desgens y el "Indio" de Las Casuarinas

La provincia cuenta con historias tan infinitas como añejas, que enaltecen la celebración y despiertan pasiones en los testigos. Una de ellas ocurrió en el siglo XIX, gracias al máximo prócer local, y otras durante las épocas doradas de los corsos.

Por David Cortez Vega

En San Juan, carnaval es sinónimo de algarabía, tradición y también recuerdos. La festividad trae suma nostalgia para aquellos que peinan algunas canas y varias anécdotas y personajes salen a la luz en mesas familiares, charlas de amigos y redes sociales. La provincia cuenta con historias tan infinitas como añejas, que enaltecen la celebración y despiertan pasiones en los testigos.

Una de las primeras historias sucedió en el siglo XIX e involucró al sanjuanino más famoso. Aunque para muchos resulte insólito, Domingo Faustino Sarmiento fue un gran impulsor de los carnavales en el país. Hasta hubo una importante reivindicación durante su primer año como Presidente de la Nación. Es más, si parecía raro imaginarse a un Sarmiento “jodón”, la sorpresa es mayor cuando se menciona una anécdota ocurrida en pleno corso.

Para saber por qué el sanjuanino tenía devoción por la festividad, hay que remontarse a un contexto histórico de Argentina. En los años 1810, época de Revolución de Mayo y la Independencia, el carnaval se festejaba con chayas. Una década después, una serie de excesos obligó a las autoridades a ejecutar un cambio: únicamente podía celebrarse puertas adentro. Fue tan tajante la medida que hasta se aprobó una ley al respecto. Más drástica fue la postura de Juan Manuel de Rosas, cuando en 1836 lo prohibió. ¿El motivo? Para el federal, los danzantes y el pueblo buscaban burlarse del gobierno a través de vestuarios, bailes y cantitos.

Más de 30 años pasaron para que el carnaval regresara a la vida popular. En 1869, Sarmiento impuso el festejo con una frase afortunada, según dijo el historiador Rubén Darío Guzmán a este diario: “Es la alegría del pueblo”. Los argentinos necesitaban ser felices, según el ‘Maestro de América’. En primer lugar, el prócer restauró las murgas y hasta salió en un carruaje ¡con una piel de oso! -o intento de tapado robusto- y se animó a tirarle agua a la gente que pasaba cerca.

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En 1873, la comparsa

En 1873, la comparsa "Los habitantes de la Luna" le regalaron a Sarmiento la medalla del "Emperador de las máscaras".

Cuatro años después, el ámbito murguero lo nombró el “Emperador de las máscaras”. La comparsa “Los habitantes de la Luna” le entregó una medalla con dicha condecoración.

Los muñecos gigantes de Oreste

Los corsos de los setenta tuvieron a sus titanes. Mickey Mouse, el Pato Donald, los tres cerditos y demás personajes animados recobraron vida y causaron furor en suelo sanjuanino gracias a Oreste Desgens. El creador de las criaturas era un trabajador de Catastro. Apenas salía de dicha labor, se dirigía a su taller de calle Lavalle casi Saturnino Sarassa para confeccionar los muñecos. Sus sobrinos Ramón y Cristina lo recordaron como un apasionado. “Podía estar horas y hasta días encerrado en su estudio”, contaron a este medio.

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A la derecha de la imagen, Oreste diseñando un muñeco. Foto: Diario de Cuyo.

A la derecha de la imagen, Oreste diseñando un muñeco. Foto: Diario de Cuyo.

Las cabezas de los personajes eran realizadas con yeso y los cuerpos con telas, sostenidos con esqueletos de mimbre. También se le sumaban papeles y cartones. Muy detallista, Oreste siempre buscaba la perfección en los muñecos y no paraba hasta quedar impecables.

“Los muñecos eran como sus hijos”, dijeron los sobrinos de Oreste. “Los muñecos eran como sus hijos”, dijeron los sobrinos de Oreste.

Una multitud de niños deseaban con ansias estar dentro de los muñecos. No podía ser cualquier chico, solamente aquellos de 12 a 14 años debido al peso de las figuras. El día del carnaval era una revolución. Una docena de personajes provocaban la alegría de grandes y pequeños en avenida Ignacio de la Roza. Los infantes se acercaban para abrazarlos y tener un recuerdo de esas noches inolvidables.

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Desgens y las figuras. Foto: Diario de Cuyo.

Desgens y las figuras. Foto: Diario de Cuyo.

Fue tal la trascendencia de Oreste que recorrió algunos puntos del país para mostrar los muñecos. Una de las expediciones más recordadas fue el viaje de Mar de Plata durante la gestión de Guillermo Barrena Guzmán como titular de la Dirección de Turismo local, con el propósito de mostrar los encantos de San Juan a los lugares más visitados de Argentina.

Embed - Parece que fue ayer – Los muñecos de Desgens. Reconocido e ilustre artista sanjuanino

Oreste falleció en 2017, pero dejó una huella imborrable en aquellos que disfrutaron de los gigantes que danzaban en los corsos sanjuaninos y demás fiestas. Según informaron los familiares, los muñecos están guardados en el estudio donde Desgens pasó días enteros en confeccionarlos.

El “Indio” de Las Casuarinas

Su nombre era Juan Carlos Agüero. También lo conocían como “Chulengo” o, por su personaje, “El Indio de Las Casuarinas”. Fue el gran protagonista de los corsos provinciales, desde mediados de los años sesenta hasta su última función en las calles, ocurrida en 1994.

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Su gigantesca figura y carisma generaban un mundo de sensaciones en sus compañeros de comparsa y los espectadores. “Era muy grandote. Daba miedo cuando hacía su personaje”, expresó Verónica Agüero, hija del “Chulengo”, a este diario en febrero de 2024.

“Era un personaje ideal para él. Disfrutaba muchísimo hacerlo”, dijo Verónica, la hija de “Chulengo”. “Era un personaje ideal para él. Disfrutaba muchísimo hacerlo”, dijo Verónica, la hija de “Chulengo”.

Los recuerdos son más que gratos para Verónica y su familia. Su padre era el “cacique” de la famosa y distinguida Comparsa Las Casuarinas y su casa se convertía en el escenario de ensayo y demás preparativos de la banda. Las actividades del grupo comenzaban dos meses antes de los corsos. El hogar se llenaba de familiares, amigos y vecinos. Eran varios los propósitos de las juntadas. El primero, ensayar para lucirse en cada rincón sanjuanino que visitaran; el segundo era divertirse y el tercero y más importante, transmitir valores que hoy en día permanecen en los Agüero.

Los días de corsos eran muy especiales para el poblado ubicado en 25 de Mayo, principalmente para “Chulengo”. Su hija recordó el disfraz de su papá, compuesto por un faldín, la vincha de cacique, los aros de plata y sobre todo, los corchos quemados que usaba para pintarse la piel.

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"Chulengo", al lado del cartel de la comparsa, sin su disfraz de cacique y con camisa blanca.

Gracias a su destacada performance, “El Indio de Las Casuarinas” ganó el primer puesto de la categoría de máscaras sueltas. Por supuesto, también hubo distinciones para la comparsa veinticinqueña, pero el cariño y la nostalgia por parte de la gente es el mayor premio para la comunidad y la familia Agüero.

Tras casi 30 años luciéndose en los corsos, “Chulengo” salió a escena por última vez en 1994. Diez años después, más exactamente el 27 de febrero de 2004, falleció a los 59 años.

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