Con temperaturas que rozan los 40 grados, parados sobre el cemento, sin un aire acondicionado cerca y mientras otros descansan, un grupo de sanjuaninos pasan las vacaciones de verano cumpliendo sus tareas para llevar el sustento a su familia. Están en las esquinas del microcentro, ofrecen sus productos y siempre tienen una sonrisa. En medio de su tarea, contaron sus estrategias para poner el cuerpo todos los días a uno de los calores más intensos del país.
Todos coinciden en que tienen que buscar el horario más conveniente para zafar un poco de la temperatura y aprovechar los momentos en los que hay más gente. Y también tienen otro punto en común, aseguran que este verano, marcado por la humedad generada por las inesperadas tormentas sanjuaninas, se siente mucho más agobiante que los anteriores.
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Sasha y la venta de globos.
“Generalmente me toca el turno de la tarde y vengo entre las 18 y las 18:30, porque es el momento en que el Sol empieza a bajar un poco y no es tan pesado, para nosotras y para el material. Además, es el momento en que empieza a salir la gente y hay más movimiento, la hora pico es alrededor de las 20 recién”, asegura Sasha Ruarte quien, ataviada con el uniforme y el maquillaje de payaso vende globos justo en el centro de la Peatonal.
Para ella, quien aprovecha además para vender las artesanías que realiza los fines de semana en el Parque de Mayo y estudia la Licenciatura en Artes Visuales, los infaltables son el protector solar, la botellita de hielo y buscar permanentemente la sombrita.
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Gonzalo en su puesto de flores.
La botella con hielo también es la estrategia infaltable de Gonzalo Colfo, sucesor de su padre en la empresa familiar de venta de flores que ya lleva 40 años en la esquina de Rivadavia y Mendoza; mientras su esposa, embarazada de su segundo hijo, ofrece los coloridos ramos en la intersección de Rioja y Laprida. “Se vende bastante por suerte. En verano la gente compra muchas flores. Más allá del calor y la incomodidad, no nos podemos quejar. Gracias a esto vivimos y estamos bien”, asegura.
Mientras sale el humo de la olla en la que hierve caramelo, lo que sube unos cuantos grados más el termómetro de su puesto, Carlos Ortiz dice que, “no pasa nada. Uno se va acostumbrando tanto al calor como al frío”. El hombre de Chimbas vende praliné sobre la vereda de calle Laprida pasando Rivadavia, actividad que combina con la tarea que desarrolla como metalúrgico. Dice que su único recurso es tomar mucha agua. “Llevo tantos años acá que en los comercios ya me conocen, así que siempre me convidan agua fresca”, cuenta.
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Enzo iniciando la tarea de venta de jugo.
A unas cuadras de distancia de él, en la esquina de General Acha y Rivadavia está Enzo Marinque, el joven vende jugos y comenta que el techo del carro en el que se encuentra ahora es un verdadero refugio. “Este es mi segundo día acá y la verdad es que estoy re contento, estoy al reparo y en la tarde me toca el turno en la empresa. Antes era vendedor ambulante, tuve que empezar a hacer eso porque porque tuve un accidente en moto y por las heridas perdí mi trabajo anterior. Estuve dos años andando para vender distintas cosas y ahí sí que pasaba calor. Fue terrible. Ahora que conseguí este trabajo estoy muy agradecido. Es mi oportunidad para empezar de nuevo”, cuenta mientras rellena vasitos.
¿Y sus vacaciones? “No, yo no tengo vacaciones, aquí me van a encontrar todo el año”, dice Carlos con una sonrisa. La misma situación vive Sasha, quien asegura que trabaja “de lunes a lunes”. Enzo, por su parte, agradece no tener descanso este verano después de haber conseguido un trabajo estable nuevamente. El que sí se prepara para pasar unos días esparcimiento es Gonzalo. “Este año sí nos vamos a tomar unas vacaciones. En los próximos días vamos a parar, pero sólo una semana, hay que cuidar la esquina del puesto de flores”, afirma.
La experencia de los sanjuaninos y sus trabajos con calor, en primera persona
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