Hace algunos días apareció en el frente de una escuela de Capital un cartel con la leyenda "si querés aprender a leer o a escribir, vení a esta escuela". Dada la rareza de la situación, Tiempo de San Juan pudo conocer que se trata de un establecimiento en el que, en horario vespertino, funciona una Unidad Educativa para Adultos (UEPA), cuyo fin es que los jóvenes y adultos que no hayan terminado la educación primaria, puedan hacerlo. Por el avance de la alfabetización, que en San Juan es de casi del 98% de la población, cada vez cuesta más conseguir alumnos que necesiten terminar este ciclo, así que les toca a las directoras sacar toda su inventiva y buscar matricula.
La mayoría de las UEPA coexisten en el mismo edificio con otros establecimientos, pero son instituciones autónomas, con cargo de director (la mayoría también da clases), algún docente extra y hasta porteros. Como toda institución de gestión pública, sostener los costos de estos salarios es responsabilidad del Estado, pero desde la asunción del Gobierno de Javier Milei a nivel nacional y el desfinanciamiento que se aplicó al sistema educativo, hacerlo cada vez es más difícil. A este complicado cóctel hay que añadirle la falta de matricula, lo cual convierte a las UEPA en las principales candidatas a cerrarse.
Según indicaron dos directoras de estas instituciones, quienes prefirieron no develar sus nombres, el Ministerio de Educación exige que tengan al menos 15 alumnos para evitar su cierre o su relocalización. Pero la lógica en las UEPA no funciona como en el resto de las escuelas: los alumnos no buscan asistir, no hay madres abarrotadas buscando un banco, no hay obligatoriedad.
Es allí cuando las docentes explican que tuvieron que sacar su inventiva a la luz. Una estrategia un poco extravagente puede ser el cartel que se colgó en la puerta de esa escuela capitalina, pero también existen otras opciones como, por ejemplo, salir a "panfletear" por las casa del barrio o, bien, generar convenios con los municipios, para que los trabajadores del mismo asistan a la UEPA.
"Gracias a que salimos a panfletear es que llegó a nosotras una señora setenta y pico, que tenía nietos profesionales, pero que no había terminado la primaria. Se interesaba tanto por aprender, que terminó siendo nuestra abanderada", contó una de las directoras.
Historias como la de la abanderada hay miles. Adultos que encontraron en la UEPA un refugio y un lugar para sentirse contenidos, más allá de la importancia que conlleva la educación per se. Pero también hay historias complejas, de chicos profundamente vulnerados por sus familias, víctimas de abuso familiar, algunos que hasta están en procesos de judiciialización.
Es por este motivo que ambas directoras concluyen en que, si bien se entiende que la situación económica es compleja y que se podrían planificar estrategias para ordenar los gastos, también es necesaria la continuidad de la UEPA; no solo por el carácter educativo, sino también por su importancia social.