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Sobreviviente

La historia del colono de Tucunuco: Jorge Navarro, artesano y símbolo de la resistencia

Tiene 80 años y sigue trabajando, recreando en su cerámica la memoria de los pueblos originarios y la suya, moldeando en barro lo que no lo dejaron crear en su vida. Conocé a Jorge Navarro, que eligió Jáchal para quedarse.

Por Viviana Pastor

Jorge Navarro se toma su tiempo para contar su historia. No mezquina detalles. Va paso a paso destejiendo su memoria para el oyente y también para sí mismo; olvidar no es una opción.

En el taller donde realiza cerámica de barro, en el fondo de su casa en la Villa San José de Jáchal, rodeado de magníficas piezas con rostros ancestrales, Navarro comienza su historia como si fuera un prontuario: nombre y apellido, lugar y fecha de nacimiento.

Tiene 80 años y sigue trabajando, recreando en su cerámica la memoria de los pueblos originarios y la suya, moldeando en barro lo que no lo dejaron crear en su vida.

El relato comienza en Buenos Aires, cuando en la década del ‘70 se creó un grupo que quería migrar al interior del país. “Sin ideas políticas, con ideas de ver que hacíamos fuera de la capital”, dijo.

En diciembre de 1975 habían formado una cooperativa de trabajo y el entonces gobernador de San Juan, Eloy Camus, les respondió una nota que ellos le habían enviado explicando sus planes de instalarse en Tucunuco, donde la gestión de Camus quería reflotar la colonia agrícola iniciada por Federico Cantoni.

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Ruinas de la antigua iglesia de piedra.

Ruinas de la antigua iglesia de piedra.

Las cartas iban y venían pero nada se definía. Entonces fue cuando Navarro, su esposa, Beatriz Susana Scelzo, y su primer hijo se vinieron a San Juan, junto a una pareja de primos.

Cuando llegaron fueron directo al Instituto de Tierras y Colonización, allí narraron su pedido y las respuestas obtenidas del gobernador.

“Les contamos que nos queríamos ir a trabajar al campo y nos dijeron que no podían llevarnos, les pedimos que nos dijeran cómo llegar porque nos íbamos a Tucunuco. Entonces en unos Jeep nos trajeron y nos acomodaron en la escuela que la abrieron para nosotros porque era diciembre. Después que nos instalamos comenzó a llegar el resto de la gente, en total éramos 16 familias”, contó Navarro.

El 6 de enero de 1976 estaban trabajando en el campo cuando pasó el gobernador en helicóptero, preguntó ‘quién es esa gente’, le respondieron ‘son los colonos que hablaron con usted’.

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Postales de Tucunuco, gentileza Jorge Navarro.

Postales de Tucunuco, gentileza Jorge Navarro.

A los dos días Camus se presentó en Tucunuco para conocerlos y diseñar estrategias con ellos, llevó a los funcionarios de Desarrollo Social, Vivienda y otras áreas afines.

Les explicaron que debían asentarse legalmente, pero la ley de colonización no contemplaba sesión de tierras a cooperativas, pero si la cesión a personas físicas. Eran 67.400 hectáreas las que quería desarrollar el grupo.

Mientras la situación legal se definía, empezaron a construir el barrio, el gobierno aportaba materiales y técnicos, y la gente de la cooperativa, la mano de obra.

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Antigua estación del ferrocarril de Tucunuco.  

Antigua estación del ferrocarril de Tucunuco.

Las casas nunca pudieron terminarse porque en marzo de 1976 se produjo el golpe militar y en septiembre la Policía de San Juan realizó un operativo anti-subversivo (Operativo Cero) que terminó con seis de esos colonos de Tucunuco detenidos.

“Ellos primero fueron a Niquivil, comieron asado y tomaron bastante, y a las 2 de la tarde cayeron ‘porque habían denunciado que se veían helicópteros y que había guerrilleros’. Yo supongo de dónde salieron, pero no lo voy a decir”, contó Navarro.

El grupo tenía una relación fluida con el escuadrón de Gendarmería Nacional con asiento en Jáchal, tenían acta de Gendarmería porque ellos iban seguido al campo, hacían controles asiduamente. Todos tenían sus prontuarios realizados. Para el operativo llegó un camión “lleno de milicos” y dos patrulleros.

Ese día había mucha comida y bebida porque estaban bautizando a un bebé de la comunidad, “había torta, sanguches, de todo, se lo llevaron todo incluso motos y herramientas de trabajo, y en el camión nos llevaron a seis hombres”.

El camión se quedó sin gasoil en Villicum, allí se cruzaron con el camión de Gendarmería donde iba el segundo jefe y vio lo que llevaban y quiénes iban. Les dieron gasoil y llegaron a la Ciudad.

“En el operativo hubo simulacro de fusilamiento y amenazas de vejaciones. Cuando nos llevaron, las mujeres se fueron a Jáchal y contaron a los gendarmes lo que había pasado, ellos dijeron que hicieran la denuncia y así fue, denunciaron ante el arzobispo, jefe de Policía, jefe del RIM 22, jefe de Gendarmería y ante el gobernador, detallando todo lo que se habían llevado. A mi mujer le dieron mi cadenita y le dijeron ‘guárdela de recuerdo’”, relató Navarro.

A los tres días pidieron hablar con el presidente y la secretaria de la cooperativa, se presentaron todos. El jefe de Policía les dijo "entre mi personal y ustedes, ¿a quién creen que le tengo que hacer caso?’". En ese momento entró un señor de camisa celeste y Susana Scelzo dijo ‘ese señor estuvo a cargo del operativo con esa misma camisa’".

“Yo le dije al jefe, ‘tome el teléfono llame a Gendarmería y pregunte en qué estado estaban sus agentes en el operativo’, era una inconsciencia hacer eso en esa época. No se discutió más y nos liberaron”.

Los Navarro no querían abandonar su sueño de vivir en el interior. Pero después del operativo les empezaron a recortar víveres, “no teníamos para comer, estábamos cuatrereando, y nos vinimos a Jáchal y Zanni a la Ciudad de San Juan en el año 1977, el resto se fue de la provincia”.

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Foto de 1955.

Foto de 1955.

Sobre Tucunuco

La historiadora Leonor Paredes escribió que en la década de 1950 Federico Cantoni instaló en Tucunuco, a 50 kilómetros de la villa cabecera de Jáchal, una empresa olivarera, y construyó las primeras instalaciones urbanas.

El sitio era una antigua posta instalada en el siglo XIX. A su alrededor se instaló un molino harinero, correo, telégrafo, plaza, iglesia y una escuela.

Una nota publicada en Diario de Cuyo señaló que hasta principios de 1970 había 50 familias en Tucunuco. «El esplendor del pueblo fue en la época de Cantoni, que hizo plantar varias hectáreas de olivos», dijo Beatriz de Correa, que fue maestra de Tucunuco.

Federico Cantoni tenía su casa allí y su esposa hizo construir la iglesia de piedra en 1955.

Cantoni llevó a la colonia unas 80 variedades de olivos de distintos países y la convirtió en una de las colecciones olivícolas más completas del mundo con más de 40 hectáreas.

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Entrada del cementerio.

Entrada del cementerio.

Pero en la década del ’60 se produjo una crisis de la olivicultura, lo que sumado a la falta de agua hizo que sus habitantes emigraran.

En 1975 el gobernador Eloy Camus proyectó el resurgimiento de Tucunuco y promovió la instalación de una colonia agrícola, con el fin de promover la migración de población hacia el interior del país.

Esa colonia estuvo integrada por 16 familias provenientes de Buenos Aires que se organizaron como Cooperativa de Tucunuco, luego de iniciar la compra de 67.000 hectáreas para producir aceitunas.

Pocos meses después, al ser derrocado el gobierno constitucional por la dictadura instalada el 24 de marzo de 1976, los pobladores de Tucunuco fueron detenidos por los militares y acusados de «subversivos».

Embed - Jorge Navarro, mucho más que artesano del barro

Nueva vida

En la Villa San José, Jorge conoció a Hebe Figueroa y con ella crearon la Casa de la Cultura de Jáchal, donde hoy está la oficina de Turismo municipal, cuya entrada tiene un friso de barro que realizó Navarro junto a un artesano de Albardón.

“Laburamos mucho con Hebe y en el ‘80 la biblioteca tenía un baldío atrás y una piecita y ahí empieza mi derrotero con el barro. Me junté con un par de amigos, Torres y Bazán, y empezamos a trabajar”, dijo.

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Aprendió con estos amigos lo elemental y después empezó a trabajar solo y a enseñar lo que había aprendido.

Beatriz era docente y rápidamente encontró trabajado en la escuela. Después le ofrecieron un cargo a Jorge y fue profesor de dibujo técnico y preceptor. Hace tiempo se jubilaron los dos.

Jorge sigue haciendo piezas exquisitas con referencias a los dibujos y guardas de la cultura que habitó esa tierra, los Capayanes, se transformó en un gran conocedor del arte de esos pueblos.

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Tucunucu desde el aire, mostrado con el drone de Tiempo de San Juan. 

Tucunucu desde el aire, mostrado con el drone de Tiempo de San Juan.

“Todo por lectura e inquietud de saber de dónde vienen las cosas, se habla de que Jáchal se corta solo, hablamos de la república de Jáchal, que nos juega en contra, pero Jáchal se funda desde Chile, tenemos distinta cultura”, explicó.

En la memoria queda la vida como colonia agrícola, hoy Tucunuco es llamado “pueblo fantasma”; para Jorge y Beatriz, Tucunuco es el símbolo de una ilusión arrebatada.

(Fuente: Destino San Juan)

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