José Antonio Gallardo Puerta, sanjuanino de Albardón, de 62 años, se define como un ciudadano universal nacido en Argentina y de raíces españolas. También “un hijo único en busca de un hermano”. Quizás esa búsqueda haya sido el motor que lo llevó a dedicar su vida a rastrear lazos de sangre. Primero exploró su propia historia, investigando un árbol genealógico con raíces en Motril, Granada. Más tarde, extendió su misión –porque así lo siente– a ayudar a otros habitantes de su pueblo a descubrir sus orígenes y obtener la tan ansiada ciudadanía española.
Nacido en Médano de Oro, Rawson, José está casado con Laura García Rubiño y es padre de cinco hijos: Ana Laura, José Antonio, Germán, Rocío Celeste, Esteban Exequiel y Camila Giselle.
Su trabajo e investigación sobre los inmigrantes de Motril que llegaron a San Juan buscando un mejor futuro tras la posguerra lo llevó a unir, de manera simbólica y formal, dos ciudades separadas por 10.150 kilómetros.
Todo comenzó en su infancia, marcada por el anhelo de un hermano. “Incluso fantaseaba con la idea de encontrar algún hijo natural de mi padre, pero no ocurrió. Mi viejo era un santo”, comenta con humor en diálogo con Tiempo de San Juan.
Al aceptar esa realidad, José canalizó su deseo de conexión en su habilidad innata para unir personas. “Buscaba en mis amigos a los hermanos que no tuve. Por eso, siempre valoré profundamente las amistades que la vida me regaló”, confiesa. “La hermandad es un valor muy arraigado en mí y ha guiado gran parte de mi vida”.
Hace 40 años inició una investigación que aún sigue viva. “En 1985 empecé a buscar de dónde vengo para saber hacia dónde voy. Descubrí que tres de mis cuatro ramas familiares provienen de Motril, la segunda ciudad más importante de Granada”, relata.
Con el tiempo, su interés trascendió lo personal. “Mucha gente de Albardón comenzó a pedirme ayuda con trámites. Pasé de lo familiar a lo social. Incluso, con mi esposa Laura descubrimos que compartimos un apellido, Montillas, así que somos primos en cuarto grado”, agrega.
José llegó a la conclusión de que gran parte de los inmigrantes de Motril se asentaron en Albardón. Esto lo motivó a proponer el hermanamiento entre ambas ciudades, un sueño que se concretó con la visita del alcalde Carlos Rojas García y la concejal Teresa Morales Moreno, quien resultó ser pariente de José.
“Hermanar significa construir vínculos comerciales, artísticos y culturales. Hoy una réplica de nuestra patrona, la Virgen de los Desamparados de Albardón, está en la parroquia de San Cecilio de La Garnatilla, en Motril”, destaca.
La imagen, obra del artesano Luis Fernández Mota y pintada por Rufino Palomas Sosa, fue llevada a España en 2010 por un contingente de 46 sanjuaninos. “El 15 de mayo de 2010 nuestra Madre se instaló allí. Este gesto simboliza el fortalecimiento del hermanamiento firmado un año antes”, explica.
Desde entonces, su rol en esta causa no ha cesado. “Con la Ley de Memoria Histórica ayudé a muchas personas a gestionar partidas de nacimiento y armar expedientes. Con la nueva ley, retomé esa tarea”, señala.
En su modesta oficina, José conserva con esmero toda la documentación que llega a sus manos. Sin embargo, lamenta que muchos obtienen la ciudadanía y olvidan profundizar los lazos culturales. “Ser hermanos va mucho más allá”, reflexiona.
Recientemente, participó en el hermanamiento entre Algarrobo, en Málaga, y Angaco, en San Juan. “Fueron momentos emotivos que reivindican las historias de los inmigrantes y su enorme legado”, afirma.
Finalmente, reflexiona sobre la paradoja de que los descendientes de aquellos inmigrantes que buscaron un futuro en Argentina ahora migren a la tierra de sus ancestros. “La humanidad siempre ha migrado, buscando una vida mejor para sus descendientes”, concluye.
