Comenzaron en el 2014 con una “software factory”, es decir, una empresa que se dedica a generar software a medida para otras compañías. Fueron contratados por un restaurante de sushi para generar una aplicación que cubriera las necesidades del negocio (como tomar pedidos, comandarlos, enviarlos tanto a la cocina como a la caja, etcétera) y, así fue como en el 2015 nació “PopApp”. Esta app facilitaba el trabajo interno de los locales de comida, ya que permitía, en un mismo software, llevar la organización de los pedidos. Les fue tan bien, que llegaron a empresas de otros puntos del país y hasta se hicieron en conocidos en Latinoamérica, con una oportunidad única de expansión. Pero quizá la inexperiencia y las malas intenciones de los nuevos socios les jugaron una mala pasada. Esta es la historia de cinco sanjuaninos que se la jugaron por expandirse y ahora quieren concientizar a los demás sobre el riesgo y los cuidados a tomar.
Cristian Marín y cuatro socios más, entre ellos su hermano, vieron crecer a su “criaturita” exponencialmente. En pocos años, varios restaurantes sanjuaninos y de otras provincias argentinas, como Córdoba, usaban PopApp como aplicación para manejarse internamente. Esta fama les permitió hacerse conocidos internacionalmente y llegar a los fundadores de un restaurante colombiano llamado “Bacu”, íntimamente relacionados con los fundadores de la empresa de delivery Rappi.
Estas personas propusieron fusionar Bacu con PopApp. A partir de allí, comenzó un raíd de viajes tanto del equipo sanjuanino hacia Colombia, como de los colombianos hacia San Juan; con el objetivo de avanzar con la negociación del contrato de fusión. En febrero del 2023, después de varios meses de trabajo en conjunto, firmaron un contrato de adquisición, que establece condiciones precisas para completar la compra y venta de un bien o servicio.
En este caso, la compra se iba a haciendo efectiva conforme avanzaba el tiempo. Aún sin ver ganancias concretas, el equipo sanjuanino continuaba poniendo sus ahorros para sostener el contrato.
Sin embargo, el quiebre tuvo lugar en la segunda mitad del 2023, cuando una caída de inversiones a nivel mundial hizo que los eventuales compradores rompieran el contrato. Si bien les dieron la oportunidad de comprar su parte, finalmente cerraron esta ventana, les quitaron a los sanjuaninos todas las acciones y cerraron PopApp. En simples palabras, los empresarios de San Juan se quedaron sin nada. “Llegamos a tener 30 empleados en San Juan y tuvimos que echar a todos”, contó Marín al respecto.
Según comentó Marín, junto con sus socios tienen la intención de iniciar acciones legales e incluso ya comenzaron con este camino, pero resulta demasiado engorroso ya que la empresa Bacu se encuentra asentada en las Islas Caimán, que son consideradas como paraísos fiscales. Además, todos los contratos se encuentran en inglés, por lo que su traducción, de base, cuesta alrededor de US$ 1.500.
Si bien no dan por perdido poder llevar adelante acciones legales, los costos económicos de las mismas dificultan hacerlo. Por este motivo conforme indicó Marín, su objetivo ahora es contarle su experiencia a aquellos que busquen expandirse, para que tengan cuidado de que no les pase lo mismo que a ellos.