Eran las 6:29 del 7 de octubre de 2023. Nicolás, un sanjuanino que vive en Israel desde poco antes de la pandemia, había planeado estar en ese momento junto a sus compañeros en el Festival Musical Nova, que se desarrollaba al Sur del país. Sin embargo, le tocó el turno en el bar en el que trabaja y debió ausentarse a último momento. Esa casualidad lo salvó de lo peor. En ese lugar, ese día y a esa hora, el grupo terrorista Hamas irrumpió y masacró a 370 personas, entre ellos a su mejor amigo Oron, dando inició al nuevo conflicto en Medio Oriente que continúa aún hoy.
“Oron era su compañero directo de trabajo en el bar de un hotel. Ese chico estaba esa noche en la Fiesta Nova. Mi hijo no fue porque tenía que trabajar, en cambio a Oron lo mataron”, cuenta con la voz entrecortada Graciela Kalejman, secretaria General de la Comitiva de la Sociedad Israelita en San Juan y madre de Nicolás, quien tiene 35 años, a un año del terrible suceso.
Si bien la mujer no quiere compartir imágenes de su hijo para no exponerlo, sí relata lo que vivió. “En ese momento, él sólo nos contó que no había ido y que había muerto su amigo. Nunca nos habló mucho de lo que pasó, pero nosotros seguíamos todo por la televisión y las redes. Fue terrible, los terroristas entraron y les hicieron de todo hasta matarlos”, recuerda la mujer.
Sobre su hijo, que es arquitecto pero actualmente gerencia el bar, relata que siempre les hablaba de Oron. “Nicolás es muy creativo, él toca la guitarra, hace música y compartía esa actividad también con su amigo. Tocaban juntos en el bar en que trabajaban. Compartían mucho, por eso, quedó muy mal después de lo que pasó”, confía Graciela.
Y agrega: “Nicolás tuvo dos etapas. Inicialmente estaba muy mal por Oron y por todos los chicos fallecidos, quienes justamente estaban bailando por la paz. Fue tremendo. Pero por suerte, en abril pasado pudo venir a San Juan, se quedó casi tres meses y eso lo ayudó. Decidió volver a Israel y estaba mucho más tranquilo”.
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Graciela, mamá de Nicolás, junto al presidente de la Sociedad Israelita local frente al mural que recuerda a las víctimas del 7 de octubre de 2024.
Hoy, más allá de que vive con miedo por lo que pueda pasarle a su hijo, Graciela se calma pensando en que él decidió sobre su vida y ella debe respetarlo. Ahora, mientras la mujer escribía el nombre del amigo de su hijo en el mural que creó la Sociedad Israelita de San Juan para recordar a las víctimas del hecho; Nicolás sigue trabajando en el mismo bar, cuyo nombre cambió para pasar a llamarse Oron.
“¿Viste que a nosotros a las abuelas les decimos bobe? Bueno, la abuela de Oron fue al bar, hizo su comida favorita y ahora ese plato forma parte del menú del menú”, cuenta Graciela y se le cae una lágrima. En ese momento reflexiona: “Así eran mis abuelos y así son los israelíes, resilientes. Mi hijo está aprendiendo a ser igual”.