Lo que empezó como un momento de descanso forzado, terminó siendo el nacimiento de un emprendimiento para Marcelo Teruel, vecino de Rawson y comerciante. Marcelo encontró entre los aromas del vino blanco y en una vieja receta sanjuanina, una nueva manera de conectar con las raíces.
Hace casi un año, una operación en su ojo derecho lo obligó a quedarse en casa por dos meses. Para alguien acostumbrado a trabajar todos los días en su polirubro “Multiconsumo Teruel” —donde se vende de todo, desde verduras hasta electrodomésticos—, el reposo no fue fácil. “El primer mes bien, el segundo ya me estaba matando la ansiedad”, recuerda en diálogo con Tiempo de San Juan.
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En esa pausa involuntaria, Marcelo se puso a cocinar. Al principio lo salado no funcionaba, pero un día, decidió probar con lo dulce. Y ahí ocurrió la magia. Recurrió a una antigua receta familiar: los rosquitos de vino, un clásico de las abuelas. "Le robé entre comillas una receta a mi mamá, y la hice un domingo. Mi esposa quedó encantada… y yo también".
El lunes siguiente, llevó los sobrantes al negocio. Lo que pasó después fue inesperado: "¡Un bombazo!", cuenta entre risas. A los clientes les recordó esos sabores de la infancia, “como los que hacía la abuela”.
Así nació su nueva aventura: dulces artesanales hechos con vino blanco sanjuanino. Marcelo empezó a experimentar, a mejorar los ingredientes, a jugar con nuevas formas y sabores. Cambió la harina, el aceite, y subió de categoría con el vino: eligió uno seco, local, con identidad sanjuanina. "Quería que fuera un producto distinguido, pero con historia. Algo básico, antiquísimo… pero con un giro".
Así nacieron las vino pepas, vino rosquitos, vino trenza, vino avena y la tarta de coco con vino entre otros productos que combinan lo tradicional con un toque creativo. Todo se produce en su casa, con horno familiar, y se vende en su negocio de siempre, en Rawson.
Pero lo que más emociona a Marcelo no es solo vender. Es lo que se genera en cada bocado. "La gente los prueba y dice: ‘¡Ay, como los que hacía mi abuela!’ Y ahí siento que rescaté algo, que traje de vuelta una partecita de nuestras memorias".
Hoy, además de hornear cientos de dulces por semana, Marcelo estudia para ser diácono en la Escuela de Ministerios Laicales. “Soy muy creyente, y siento que esto me lo puso Dios en el camino”, dice con humildad. Mientras piensa en hacer crecer su emprendimiento con harina, amor… y un buen vino blanco.
"La gente los prueba y dice: ‘¡Ay, como los que hacía mi abuela!’ Y ahí siento que rescaté algo, que traje de vuelta una partecita de nuestras memorias" "La gente los prueba y dice: ‘¡Ay, como los que hacía mi abuela!’ Y ahí siento que rescaté algo, que traje de vuelta una partecita de nuestras memorias"
Embed - El rawsino que reversionó una receta de abuela para hacer panificados con vino blanco