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Personajes de la época

El padre de los ferrocarriles de San Juan que eligió a esta provincia por el resto de su vida

El ingeniero Robert Alfred Wilkinson llegó a la provincia a los 60 años, tras dirigir obras ferroviarias en Uruguay, Buenos Aires y Mendoza, y cambió la vida de los sanjuaninos gracias a las estaciones, los trenes y las vías. Finalizada su tarea, se quedó en este territorio cuyano junto con su ahijado del corazón.

Por David Cortez Vega

Robert Alfred Wilkinson es conocido en la actualidad por el barrio de Rivadavia, aunque este inglés significó más que ello. Gracias a su liderazgo, el ingeniero fue clave para unir diferentes localidades de San Juan a través de los ferrocarriles, marcando un hito en la conectividad de la provincia y con el resto del país.

San Juan no fue su único trabajo, más exactamente fue el último paso de su expedición por Sudamérica. El ingeniero fue enviado desde Inglaterra a Uruguay para el armado ferroviario. En el país vecino dejó una huella importante. Fundó un pueblo y un teatro en Salto con varios detalles propios de la masonería, sociedad donde pertenecía. Posteriormente viajó a Buenos Aires y Mendoza para seguir con la labor encomendada desde la Corona británica.

Wilkinson llegó a San Juan entre 1902 y 1903, cuando tenía 60 años. Arribó en carácter de representante de la Compañía Ferro-Carriles Industriales. En ese momento, habían pasado 17 años del puntapié inicial de los proyectos ferroviarios en la provincia, cuando en abril de 1885 cuando colocaron el último riel de las vías sobre la tierra del desierto sanjuanino. A partir de allí, comenzaron a diagramar los borradores de las estaciones y considerando a la conexión Capital-Caucete como el principal nudo local.

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Una vez asentado en este territorio cuyano, el europeo remitió al Gobierno local los planos de estudio para un proyecto ambicioso. La estación Santa Lucía, que estaba en la plaza Monseñor Ítalo Severino Di Stéfano -en inmediaciones de la Terminal de Ómnibus-, era el punto neurálgico donde partirían tres ramales a Caucete, Pocito y Concepción. ¿Por qué se eligió esta zona? Por la cantidad de bodegas ubicadas en inmediaciones de ese espacio capitalino.

En octubre de 1907, y tras las sugerencias de los inspectores técnicos del Ejecutivo sanjuanino, presentó al Gobierno provincial los planos definitivos de los ramales que finalmente se construyeron. Hubo modificaciones, ya que las localidades elegidas para conectar los trenes fueron Marquesado, Puyuta y Caucete. Posteriormente, Wilkinson y compañía pusieron manos a la obra y entre 1908 y 1913 construyeron 183 kilómetros de vías, según los datos confirmados por el historiador Gustavo Trigo. El proyecto también contaba con más de 70 kilómetros de ramales, entre ellos en bodegas.

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El trabajo de Wilkinson brindó la posibilidad de conectar gran parte de la provincia.

El trabajo de Wilkinson brindó la posibilidad de conectar gran parte de la provincia.

Las aspiraciones del ingeniero fueron muy altas. Trigo expuso que el inglés pensaba en ‘una Circunvalación’, pero de rieles capaces de conectar varios puntos del Gran San Juan y alrededores. Por supuesto, el mayor impedimento fue económico. Valuado en precios actuales, cada kilómetro de vía costaba alrededor de un millón de dólares.

¿Cómo era viajar en los trenes durante los primeros años del siglo XX?

El tren salía de la estación San Martín, pasaba por la mítica Bodega del Bono, por la bodega Cinzano, llegaba hasta donde hoy está el parque de Rivadavia -Estación Desamparados-, y de ahí tomaba hacia el noreste cruzando por la calle Libertador, después cruzaba la calle Cabaña, entraba la Bodega lo que fue en su momento Duc de Saint Remí, luego pasaba por la calle Paula Albarracín de Sarmiento, entraba la bodega Maravilla, seguía hacia el noreste, pasaba por el costado de la bodega Graffigna, seguía hacia el este. Continuaba camino por la bodega Cádiz o la bodega del Estado y de ahí hacia una curva hacia el sur. Llegaba hasta lo que hoy es la plaza Ítalo di Stéfano -en las espaldas de la Estación Terminal de Ómnibus de Capita-), conocida como Estación Santa Lucía. Luego continuaba hacia el sur y donde hoy está la planta de rotativas de Diario de Cuyo -Estación Trinidad- ahí transitaba en diagonal y volvía nuevamente a la estación San Martín. Ese era el Circuito San Juan.

“Wilkinson fue el precursor de la construcción de ramales que ingresaban a muchas bodegas de San Juan y dio un impulso muy importante a la economía local”, manifestó el historiador Gustavo Trigo. “Wilkinson fue el precursor de la construcción de ramales que ingresaban a muchas bodegas de San Juan y dio un impulso muy importante a la economía local”, manifestó el historiador Gustavo Trigo.

Los usuarios contaban con dos tarifas. Una era la tarifa económica, con “pechito” o “pecheada”, y la alternativa más costosa. La diferencia de precio, y saber que lo barato salía caro, se conocía cuando el tren sufría algún inconveniente técnico. En caso de presentarse algún incidente, quienes debían bajar a empujar eran quienes adquirieron el boleto más barato.

Las particularidades de Wilkinson, su firma y San Juan como su lugar en el mundo

Un dato llamó la atención sobre el ingeniero. Su firma tuvo diferentes modificaciones por cuestiones de idiomas. La original era con su nombre: Robert Alfred Wilkinson. Pero al llegar a tierras latinas fue mutando a Roberto Wilkinson o R.A. Wilkinson.

No se casó ni tuvo hijos y siempre eligió entablar amistades con sus compatriotas para no perder la costumbre de hablar en su lengua natal. Uno de los afectos más fuertes era un joven de su mismo país a quien apadrinó. Este muchacho se casó y formó su familia en San Martín, y ese matrimonio albergó a Wilkinson durante el resto de su vida. El británico falleció en 1938, a los 96 años, dejando un legado que marcó un antes y un después en la vida de los sanjuaninos gracias a los trenes.

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Por muchos años, la tumba de Wilkinson estuvo deteriorada y corría riesgo de derrumbe.

Por muchos años, la tumba de Wilkinson estuvo deteriorada y corría riesgo de derrumbe.

Sus restos se encuentran en el sector más añejo del cementerio de San Martín. Por muchos años, la tumba de Wilkinson quedó descuidada, y por este motivo, en 2021 la intendencia comenzó un trabajo en conjunto con autoridades de Patrimonio Cultural para poner en valor la memoria del ingeniero.

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