Una vez más, los sanjuaninos participaron del tradicional ascenso a las Sierras Azules para celebrar la Misa de Pascuas en la cima del cerro. Con un operativo coordinado entre la Cruz Roja, la Policía de San Juan y decenas de voluntarios, la edición 2025 se vivió en un clima de profundo recogimiento y comunidad, a pesar de las bajas temperaturas que marcaron la jornada en la cima del cerro.
A cada peregrino se le entregó una botella de agua con pasas y caramelos antes de iniciar el ascenso, como forma de hidratación y aporte energético. Al regresar, tras la misa celebrada en lo alto, el Ejército Argentino esperaba en la base con mate cocido y sopaipillas calientes, un gesto que muchos agradecieron emocionados.
Este evento, que hoy mueve a miles de personas cada Semana Santa, tiene un origen humilde y profundamente emotivo. Según recuerdan las autoridades y los vecinos de Zonda, todo comenzó con la promesa de un solo hombre.
Se trataba de un vecino que enfrentaba una enfermedad terminal y, en un acto de fe, prometió que si lograba sanar, iría en bicicleta hasta Catamarca para buscar una imagen de la Virgen. Su objetivo era llevarla a pie hasta la cima de las Sierras Azules, conocidas como el Cerro Negro, y dejarla allí como ofrenda.
El milagro ocurrió: el hombre sanó, cumplió su promesa, trajo la imagen de la Virgen de Luján y la colocó en la cima del cerro. Desde ese momento, nació una tradición que comenzó de forma sencilla pero cargada de fe. Para Navidad, un grupo de vecinos subía a buscar la imagen para realizar la novena en el pueblo, y luego, en Semana Santa, la devolvían a su lugar en las alturas.
En la década del '90, con el impulso del padre Carlos Campillay y el trabajo conjunto entre la Iglesia sanjuanina y la Municipalidad de Zonda, se institucionalizó el ascenso, transformándose en un evento multitudinario y organizado, que hoy forma parte del calendario religioso y cultural de la provincia.