La historia argentina y las lecciones políticas que han dejado las últimas elecciones en Brasil y Estados Unidos indican que las proscripciones no generan los efectos deseados por quienes las promueven. En poco más de diez meses, se les han cambiado nombres a edificios emblemáticos, se han generado patrullas de trolls que destrozan públicamente al que piensa distinto al gobierno libertario y se han conocido sentencias judiciales –no firmes- que condenan con prisión e inhabilitación de por vida al ejercicio de cargos públicos a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. La aramburización de la política argentina. Pero 16 años después del decreto que sancionó el presidente de facto Pedro Aramburu en 1956 que proscribió al peronismo, el movimiento rebrotó de tal forma que el propio Juan Domingo Perón se convirtió en presidente. Las listas negras impulsadas por la política resucitaron a Lula en Brasil y le dieron una nueva vida al norteamericano Donald Trump. ¿Y si el paquete completo de desperonización de la política genera el efecto contrario en las urnas?
El relato libertario se alimenta de la promoción de un modelo de país que la gente convalidó en las urnas y también, de una fuerte polarización que tiene como eje a la ex Presidenta. El fantasma del kirchnerismo es uno de los pilares en los que se acuesta el discurso del mileísmo, que enumera logros en contraposición con todo accionar cimentado e ideado durante las gestiones del matrimonio Kirchner. Ante el Estado casi elefantico del kirchnerismo, el presidente Javier Milei propone la poda; a la máxima peronista “donde hay una necesidad, nace un derecho”, el mileísmo propone una lógica individualista y de mercado; al reconocimiento de las minorías, el mileísmo propone la vuelta a un discurso tradicional. Combatir el fantasma del peronismo requiere de un comandante en jefe, encarnado por el propio Milei.
Uno de los terrenos de la batalla contra el pasado peronizado de Argentina son las redes sociales, donde las fronteras de lo decible se han corrido hasta lo inimaginable. Amparados por los algoritmos, proliferan los cazadores de peronistas/kichneristas o filo peronistas/kirchneristas. Se presentan como soldados de un régimen que disputa el poder contra un segmento poblacional al que han bautizado como “zurdos empobrecedores”, grupo social al que acusan de haber roto al país. Son la milicia que viene a echar luz ante una banda de saqueadores del Estado.
Ante el temor de ser descuartizados en el ring social, hasta los más valientes piensan dos veces lo que van a decir. Aquellos más avezados y acostumbrados a las tormentas, eligen seguir con los guantes de boxeo puestos. Pero claro, las espadas libertarias tienen la bendición de X y de la gente. La disputa discursiva en el terreno de lo digital tiene una tropa que va en busca de todo aquel que exprese algún tipo de acercamiento ideológico al ideario interpretado por el peronismo.
A la disputa virtual contra las huellas del pasado, se le suma la lucha contra lo simbólico. Por decreto, el presidente Milei le cambió el nombre al Centro Cultural Néstor Kirchner, al que decidió bautizar Centro Cultural Palacio Libertad Domingo Faustino Sarmiento. En la misma tónica, el gasoducto Néstor Kirchner también cambió de nombre y pasó a llamarse Perito Francisco Moreno. “Lo que no se nombra, no existe”, dijo George Steiner. Barrer con la iconografía del pasado peronista reciente es parte del plan comunicacional del régimen libertario. Lo mismo hizo, pero con mayor vehemencia, Aramburu, quien prohibió la sola mención de los nombres de Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón, como así también los conceptos “peronismo”, “peronista” y la Marcha Peronista. También las “imágenes, símbolos, signos y expresiones significativas; doctrinas, artículos y obras artísticas” relacionadas con ese partido político.
La historia indica que, de la proscripción, nace la violencia y también germinan semillas, que brotan amparadas en la elaboración de un código común en los subsuelos de la esfera pública. Lo prohibido pare fanáticos. Quizás este mismo fenómeno, pero a la inversa fue el que empoderó a los libertarios, cuyos discursos no se podían compartir sin las patrullas morales del progresismo.
A los capítulos digitales y simbólicos, ahora se le sumó la sentencia –no firme- a Cristina Fernández de Kirchner por la causa Vialidad. El Tribunal la condenó a 6 años de cárcel y la inhabilitó de por vida para el ejercicio de cargos públicos. Cristina tiene la opción de apelar el fallo en la Corte Suprema de Justicia. La sentencia abroqueló a gran parte de la dirigencia opositora, que salió en masa a respaldar a la ex presidenta. Mientras el presidente Milei celebró la decisión judicial, la mesa chica y política de la Libertad Avanza tiene dos miradas opuestas: por un lado, los que creen que pierden un enemigo discursivo con quien polarizar y los que especulan con una desintegración casi total del peronismo para las listas del año que viene.
La historia política viene premiando y dándole enviones a los dirigentes proscriptos –virtualmente o no-. El ejemplo más cercano es Brasil, donde Lula Da Silva volvió a la presidencia tras una contienda cuerpo a cuerpo con Jair Bolsonaro. Éste último encaró una cruzada contra el “lulismo”, destituyendo a todos los dirigentes cercanos al “comunismo”. En el 2018 Lula fue condenado por la causa Petrobras y estuvo 580 días encarcelado, no pudiendo presentarse a las elecciones de ese año. En el 2022, Da Silva libre terminó quedándose con el poder en Brasil y volvió a la presidencia del gigante latinoamericano. Otro ejemplo, pero de un espectro ideológico opuesto, es el de Donald Trump, quien enfrentó campañas de descalificación pública y hasta procesos judiciales que incluyeron publicitados allanamientos. El multimillonario se impuso ante la demócrata Kamala Harris el 5 de noviembre pasado.
¿Es posible un reverdecer peronista? Hasta las elecciones no habrá una respuesta fáctica. El analista político y escritor Jorge Asís se refirió a este dilema y opinó. “La Cámara Federal de Casación Penal acaba de consolidar la campaña prematuramente presidencial de La Doctora 2027”, posteó en X.
En San Juan Cristina tiene un 27% de aprobación, un número que se mantiene estable según las mediciones del IOPPS. Pero lo que han advertido dentro de la encuestadora es que en los últimos meses hubo un corrimiento: muchos ciudadanos que antes calificaban como negativa la imagen de la ex Presidenta, ahora definen a su opinión como neutra.
Al igual que sucedió nacionalmente, en la provincia giojismo y uñaquismo se unieron en favor de Cristina. Lo que Cristina unió, ¿Uñac y Gioja lo desunirán? El tiempo dirá, pero la alianza pro Cristina le dio sentido a la simbiosis impuesta por la cachetada electoral 2023. Será el mismo reloj el que definirá los resultados de la cruzada desperonizante que encabeza la Libertad Avanza en el país.