El uñaquismo ingresó en un proceso de caos interno del que parece complicado salir. La renuncia del exintendente de Rawson, Mauricio Ibarra, a la asesoría de Sergio Uñac en el Senado de la Nación provocó un quiebre en la relación entre los dirigentes. El principal articulador político del sector del exgobernador, quien tuvo un rol importante en la confección de la lista única —claramente, no de unidad— del Partido Justicialista de San Juan, pegó el portazo. Sin buscarlo ni quererlo, el actual jefe comunal de Rawson, Carlos Munisaga, quedó en una posición incómoda, apuntalada por especulaciones sobre su futuro inmediato.
El miércoles, este diario publicó que Ibarra dejó de ser asesor de Uñac en el Senado. Había una bruma que rodeaba la salida del exintendente del entorno del senador. En un principio, no se sabía la dinámica del alejamiento. Luego, según pudo reconstruir este medio a través del relato de fuentes variopintas del justicialismo, se supo que Ibarra renunció al cargo. El armador —¿ahora ex?— rompió, al menos en términos formales, la relación con el líder de un sector del peronismo sanjuanino. ¿Por qué? Todavía es difuso. Quizá sea un intento de buscar cierta autonomía al interior del peronismo para que no le reprochen sus decisiones políticas.
La razón de la fractura entre Uñac e Ibarra tiene como matriz la vacante en la Cámara de Diputados de San Juan después de la muerte del legislador del Frente Grande, Horacio Quiroga. La sucesora inmediata era la defensora del Pueblo, Florencia Peñaloza, una ibarrista de primera hora que decidió quedarse al frente del organismo y no ocupar la banca del difunto.
El presidente del Partido Justicialista y jefe del bloque Justicialista, Juan Carlos Quiroga Moyano, criticó públicamente la definición y, por lo bajo, cuestionó el nivel de lealtad de Ibarra —jefe político de Peñaloza— al uñaquismo. El exgobernador se molestó. Tuvo una reunión con el rawsino que decantó en la desaparición del nombre del operador de la nómina de personal del Senado.
Sea como sea, es un cambio drástico en el sector del senador. Sin ir más lejos, Uñac convocó a Ibarra para enfrentar a Gioja en las elecciones internas de marzo de 2020. Ganaron con el 70% de los votos. Después, el rawsino ofició de consultor en cuestiones políticas, técnicas y de gestión. En 2023, peleó por la intendencia de Rawson y obtuvo unos cinco mil votos. Incluso, en los estertores del uñaquismo en el Gobierno, asumió como director de OSSE. Ya en el llano, también tuvo un rol sensible: la comunicación con el gobierno de Orrego a través del secretario General de la Gobernación, Emilio Achem. Posiblemente haya una reaparición del exvicegobernador Roberto Gattoni como consejero de Uñac.
El quiebre salpicó a una figura ajena al conflicto: el intendente Munisaga. Quedó en el medio de una pelea impropia por una cuestión de procedencia y oportunidades. El cacique peronista, administrador de uno de los bastiones del justicialismo en San Juan, proviene de las huestes de Ibarra. Al igual que Peñaloza, Munisaga tiene un recorrido común con el exintendente del mismo departamento. Incluso, en la competencia electoral de 2023, hubo sintonía. Mientras que con Uñac la cuestión pasa por el terreno de las oportunidades. El exgobernador lo nombró secretario de Seguridad, le dio mayor visibilidad y una estructura.
Ante esta situación, se dispararon las hipótesis, sobre todo por el rol preponderante de Munisaga en el esquema de poder del peronismo: intendente, presidente de Junta, con un buen vínculo con el sector de José Luis Gioja y con relaciones nacionales de alto voltaje, como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.
El primer escenario involucra un alejamiento de Ibarra. En tal caso, no hay nada más que decir. El operador pierde una pieza fundamental. El segundo tiene que ver con una separación de Uñac. En ese caso, la cuestión es más complicada porque generaría un espacio nuevo dentro del Partido Justicialista, alimentado por Ibarra y Munisaga, con poder de fuego. El tercero tiene en cuenta la realidad: el intendente no está interesado en abandonar su pragmatismo.
El jefe comunal dijo que la situación actual que atraviesa el peronismo es "uno de los tantos avatares que pasan en política" y descartó de plano abandonar o incorporarse a algún otro sector. "Mi rol es gobernar Rawson, tengo una obligación legal y política con el departamento". Munisaga explicó a Tiempo que va a "dar lo mejor para cuidar a los vecinos de Rawson y que eso redunde en un beneficio para el peronismo en las elecciones de este 2025". No obstante, admitió que con "Sergio hace mucho que no hablo", mientras que con Ibarra "hablo más seguido". En términos estrictamente electorales, no se casó con un candidato. "Prefiero al mejor candidato y que se defina de la mejor manera. A todos les abrimos las puertas. Mi preferido es el candidato que pueda ganar", manifestó.
Por otro lado, el sector del tres veces gobernador, José Luis Gioja, mira con cautela los acontecimientos del uñaquismo. Hay dos directrices que guían el pensamiento del giojismo: "Está muy baja la ganchera" y "no se hace campaña para ser diputado nacional". La primera frase pertenece al Flaco. Desde el entorno del exmandatario provincial comentaron el significado: la política está en un mal momento. "Cuando la ganchera está baja, al jamón se lo comen las ratas", graficaron. En tanto, la segunda frase era frecuente en Daniel Tomas, quien en vida ocupó dos veces una banca en la Cámara de Diputados de la Nación.
A partir de esos dichos, el giojismo está preocupado por el rumbo del partido y las internas crecientes. Con Gioja en boxes, después de someterse a una intervención quirúrgica para cambiar el marcapasos, la tropa está a la espera de órdenes que seguramente llegarán en febrero. Sin embargo, es difícil evitar los rumores. Por ahora, el candidato a diputado nacional es el exgobernador. Enfrentará en internas —ya sea PASO o partidarias— al aspirante por el uñaquismo, el exintendente de San Martín, Cristian Andino, y tal vez al exintendente de Chimbas, Fabián Gramajo. Pero, ¿qué pasa si Gioja declina su ambición?
El principal apuntado es Facundo Perrone. Hasta los uñaquistas consideran que el presidente de la Junta de Rivadavia es material potable para liderar la lista del sector de Gioja. Perrone logró dos victorias en poco tiempo. Primero, dio el batacazo en las elecciones a intendente de Rivadavia en 2023. Sacó más votos que el candidato preferido del entonces gobernador Uñac, el secretario de Estado de Ambiente, Francisco Guevara. El dirigente giojista logró ingresar dos concejales al Deliberante, a pesar de no tener los recursos de sus competidores. Después, se quedó con la Junta Departamental y dejó pedaleando en el aire a los referentes del uñaquismo, que se resquebrajó en el último minuto, cuando el exsenador Ruperto Godoy dio un paso al costado y no peleó la reelección.
No obstante, el interrogante reside en la capacidad de Perrone de contener al electorado de Gioja. No es algo que ocupe al dirigente y excandidato. No tiene la intención de jugar en las legislativas nacionales, a menos que el propio Flaco lo demande.
Finalmente, pero no menos importante, está la aparición de un empresario de apellido ilustre en el Partido Bloquista. Eduardo Bazán Agrás es el nieto del dirigente homónimo que peleó la gobernación en 1973 y perdió en segunda vuelta contra el peronista Eloy Camus. Está afiliado al partido de los hermanos Cantoni desde que cumplió 18 años, y los armadores de la fuerza centenaria lo empezaron a ver con buenos ojos para una potencial candidatura.
El joven Bazán Agrás habló con Tiempo. Dijo que el bloquismo "es un gusto heredado, no impuesto" y negó que, por ahora, trabaje para las legislativas. "Estoy lejos del traje del candidato", aseguró. Y contó que es nuevo en la discusión interna. "Me alejé del partido, hice un esfuerzo empresarial. Me aboqué mucho al plano privado", comentó. En ese sentido, afirmó que no fue parte del proceso del Partido Bloquista en sociedad con el peronismo: "Es la parte en la que más me alejé".
Para el empresario bloquista, este momento que atraviesa el partido no tiene que ver con una cuestión de apellidos —en referencia al suyo y al de Leopoldo 'Polito' Bravo (nieto)—, sino con una "renovación generacional". "Hay muchos jóvenes que ven al bloquismo sin esa pinta de partido muerto. Ahora hay libertad para pensar", comentó. Además, valoró de forma positiva la relación del presidente del PB, Luis Rueda, con el gobernador Marcelo Orrego. "Las estructuras partidarias tienen que aggiornarse", expresó.