A 10 días de uno de los más gruesos escándalos con droga de la historia sanjuanina, entrelazada de manera evidente con la política, todavía el municipio de 25 de Mayo (dueño de la camioneta en la que iba la sustancia y empleador del principal sospechoso) sigue sin pronunciarse oficialmente y su máximo jefe político –el ex intendente Juan Carlos Quiroga Moyano, hoy flamante presidente del PJ- apenas intenta sin éxito esquivar sus derivaciones.
Ambos intentan lo obvio. En el caso del municipio, deslizar por lo bajo que el encargado de la movilidad será despedido, cosa que se descuenta desde toda óptica de razonabilidad y que consiste en lo mínimo que se podría esperar. Del lado del cacique venticinqueño, hizo una fugaz aparición para sostener muy suelto de cuerpo que aún no se sabe de qué se lo acusa a su ex empleado, y que por lo tanto no hay nada por hacer por el momento.
Pero lo que hay es otra cosa, bien a contramano de la presunción municipal y del líder del peronismo que no reacciona ante la evidencia a varios días de haberse producido. Lo que se sabe con precisión, pese al secreto de sumario de la Justicia Federal invocada por Quiroga Moyano para esquivarle al bulto, es que un chofer del municipio de 25 de Mayo fue detenido el viernes 2 de noviembre en el playón de la estación de servicio de Las Casuarinas mientras transbordaba de un camión procedente de Mendoza un cargamento de 140 kilos de marihuana más 2 de cocaína secuestradas en un allanamiento en casa de una presunta cómplice.
Se sabe que el vehículo utilizado era una furgoneta Citroen Berlingo perteneciente al municipio, cuyo uso declarado es el transporte de enfermos pero que, al menos en este caso, se usaba para el transporte de sustancias ilegales. Se sabe que el valor de mercado del cargamento es de más de 1.200 millones de pesos, es decir un millón de dólares al blue.
Se sabe que el empleado ingresó al municipio de 25 de Mayo hace unos 10 años, durante la gestión del hermano del líder –Rolando- y siguió hasta el momento relacionándose con todo el personal municipal y la planta política. Como confesó el propio Quiroga Moyano, quien definió a Richard, el chofer detenido con la carga, como “un hombre trabajador”.
Esos son los datos que efectivamente se conocen por la información entregada por la justicia federal, que condujo un eficiente operativo policial que consiguió no ser detectado en las altas esferas políticas. Luego se podrá pasar a lo que se escucha en off, o lo que puede fácilmente ser presumido en base a los elementos sobre la mesa.
-Se puede inferir con comodidad que Richard no actúa a nombre propio ni es el dueño del negocio. Si así se impusiera el sentido común, vale preguntarse quién es el dueño, si hay alguien a quien Richard y sus jefes están ocultando. Sobre lo que podrá avanzar la Justicia si ocurre algo que estiman posible: que el acusado/empleado se quiebre y se acoja al beneficio de testigos protegidos. Si el vehículo empleado es una camioneta municipal, lo que podría aguardarse bajo todo criterio de razonabilidad es una rápida acción de los involucrados para no dejar dudas sobre su situación. No ocurrió.
-Se puede de colegir también que el viaje frustrado podría cómodamente no tratarse del único. Es decir que pudo existir una cantidad de viajes con merca en furgonetas oficiales que hayan escapado a la acción policial. Demasiado grave para permanecer en silencio.
- Se puede incluso interpretar cuál era el rol de Richard dentro del municipio. Ya tenemos que entró hace 10 años, que es “como cualquier otro” (pese a la evidencia en contrario), que “nos conocemos todos”. Un paso adelante sería que se tratara de un puntero político de los Quiroga Moyano con funciones en las campañas del departamento, como se escuchó generosamente en las últimas horas posteriores al destapado del escándalo. Sobre lo que podría operar alguna certeza si aparece –como se cuenta que circula- alguna foto de Richard abrazado a algún líder político del departamento o de la provincia.
Pese a que el sentido común hubiese aconsejado que a una situación de implosión como la que expone una red de narcotráfico dentro de un municipio le hubiera sucedido un esfuerzo equivalente por demostrar claridad, no fue eso lo que ocurrió.
El intendente Rodolfo Jalife es un dirigente que llegó señalado por el dedo de Juan Carlos Quiroga Moyano pese a sus dificultades objetivas: por ejemplo, hay quienes le señalan ser más caucetero que veiticinqueño y que hace visitas de médico 3 veces por semana para llevar los asuntos municipales. Diez días después, utilizó las redes oficiales del municipio para una comunicación oficial: apenas un manojo de generalidades emitidas por Jalife que no aclara ninguno de los puntos, entre lo que puede subrayarse apenas que el jefe comunal está "angustiado".
El primer día hábil posterior al trauma de conocer que un empleado suyo a bordo de una camioneta suya fue sorprendido con un millón de dólares en drogas reaccionó como si viera llover. Esquivó a los periodistas que no le resultan amigos y se escudó en los medios radiales uñaquistas, ante quienes recitó que no le “temblaría la mano”. Nunca se supo qué más necesitaba para que dejara de temblarle la mano, frente a las noticias que llegaban de sede judicial.
Durante el fin de semana pretendió dejar de trastabillar y buscó deslizar que el empleado bajo sospecha será despedido aún antes de sentencia judicial en firme, lo que puede ocurrir dentro de 5 años. Pareció haber descubierto América: por supuesto que la opinión pública le hubiera requerido algo similar sin que le se hubiera tenido que sacar con sacacorchos. O antes de que buscara refugio en territorio mediático amigo para fingir demencia y sostener que no le temblaría el pulso.
Mucho más aún. Hubiese correspondido en condición de normalidad que un municipio salpicado por furgoneta y empleado señalados por narcos, ofreciera de inmediato una declaración en conferencia a toda la comunidad, detallando medidas preventivas. Respuestas a las siguientes preguntas: cómo es el mecanismo de uso de las camionetas oficiales, teniendo en cuenta que la de Richard con la carga narco apareció un viernes a las 6.30 de la mañana en el playón; si esas camionetas duermen en casa de los choferes, si hay algún superior a Richard en disponibilidad para no interferir la investigación, si hay alguna dependencia precintada, si hay documentos oficiales sobre los movimientos Richard, si hay allegados dentro del municipio que pudieron haber sido cómplices o conocer algo más. Intrigas que hoy se responden a media lengua, cuando el momento reclama seriedad para no quedar bajo sospecha.
Por su lado, el capo político del departamento también optó por tirar la pelota a la tribuna. Argumentó que su relación con Richard era “como todos los que nos conocemos” y no se puso colorado al sostener que no sabe nada del caso porque ni la justicia ni la policía les ha notificado de manera fehaciente.
O se trata de gente descolgada de la realidad política y de la necesidad imperiosa de no cometer errores en una instancia tan delicada, o algo peor. Pero el asunto es que el episodio ya está desbordando holgadamente la dimensión municipal para convertirse en carpeta política prioritaria, pese al relativo éxito que puede mostrar hoy el eje opositor del peronismo sacando al tema de la agenda urgente con ayuda de los más amigos.
Lo que ocurre es que las evasivas y la invisibilización en la opinión pública de este escándalo tiene límites muy visibles: Quiroga Moyano no es ya sólo un caudillo departamental sino nada menos que el presidente del PJ. Y cualquier cono de sombra en el que ingrese pegará de frente también en la organización que comanda.
Lo que tiene por hacer Quiroga Moyano es frenar la hemorragia a la que somete al PJ, demasiado entretenido con sus intrigas palaciegas y sus feroces lances internos como para ligarse de rebote estar involucrado en un descomunal caso de narcotráfico, con un municipio de una dinastía de su riñón salpicados. Ya es algo que empieza a escucharse en forma de queja interna entre algunos dirigentes partidarios, en especial del giojismo, que lo considera sapo de otro pozo. Un capítulo que recién empieza.