Un año después de que el peronismo cerrara una historia de dos décadas gobernando la provincia, tuvo su primera reacción política de impacto con la presentación de un proyecto de ley para enmendar la Constitución, limitando a dos los períodos al hilo para gobernador y vice. Casi como si fuera un trabalenguas, un cambio para cambiar lo que cambiaron en el 2011, bajo el comando de José Luis Gioja en su mejor momento. El metamensaje de una maniobra que sacudió la modorra de fin de año.
El 12 de diciembre ingresó a la Cámara de Diputados el proyecto de ley que le pone límites al triple mandato a gobernador que la ciudadanía habilitó con su voto en mayo del 2011. Puertas adentro del peronismo, que viene de una interna furiosa que terminó con un acuerdo frágil entre el senador Sergio Uñac y José Luis Gioja, la iniciativa legislativa intenta ser una especie de redención, una forma de expiar las culpas tras la cachetada de la ciudadanía en el 2023, cuando la gente mostró su hartazgo con una forma de hacer política que le sacó la oreja a los reclamos sociales.
Con una mayoría abrumadora en la Cámara, el uñaquismo eliminó las PASO en diciembre del 2021. No hubo diálogo, fue sorpresivo y generó un quiebre con el giojismo que parecía no tener retorno –pero la política siempre da vueltas, como lo indicó la historia después-.
En el 2022, el peronismo volvió a cambiar las reglas electorales en la provincia y aprobó una Ley de Lemas renovada. Para el giojismo, esta legislación significa poder competir en las elecciones a gobernador y para el uñaquismo, habilitar el desangre que podría haber generado que Gioja compitiera por afuera y sumar votos en una contienda que veían difícil pero que estaban convencidos de ganar. Lo que sucedió es historia conocida: la Corte Suprema bajó a Uñac de la competencia, lo sucedió su hermano y ni otro Uñac y Gioja pudieron contra Marcelo Orrego, que les ganó a los dos dirigentes que dominaron la escena pública local durante dos décadas.
Una derrota electoral que se transformó en una pequeña muerte y como toda muerte, después empieza el duelo –que aún no termina para muchos-. El duelo del poder es duro. A tal punto, que ha inspirado a escritores para desarrollar sagas como Juego de Tronos sin ir más lejos. Al peronismo le tocó duelar mientras intentaba reestructurarse internamente, lo que consiguió a duras penas con autoridades partidarias que representan al uñaquismo y al giojismo y bajan al partido las decisiones y opiniones de sus conductores. Autoridades de las autoridades. Una interna que terminó con una ruptura de impacto: Emilio Baistrocchi, quien fuera un hombre del círculo rojo uñaquista, yéndose del partido y armando uno nuevo –Hacemos San Juan-.
Al divorcio del Emilio, se le sumó otra hemorragia. Los amigos del campeón, esos que acompañan cuando hay éxitos, empezaron a alejarse y armar nuevas estrategias políticas para sobrevivir y rearmarse a cómo diera lugar. Nada que no habilite la política y nada que no haya hecho el peronismo antes.
Superada la interna provincial, vino la nacional. Y como era de esperarse, toda disputa con sede en Capital, se traslada a la provincia. El conflicto no duró mucho, Cristina con su poder terminó siendo elegida la presidenta del PJ y los sanjuaninos hicieron fila para sacarse una foto con la líder. Uno atrás del otro. Hubo fotos para todos y todas.
Surfear tantos conflictos deja resentimientos en el camino. Los hubo, los hay y los habrá. Pero el duelo, que incluyó pruebas internas fuertes, tuvo un condimento distintivo que lo hace más complejo. El peronismo pasó a ser mala palabra para muchas personas que pertenecen al campo nacional y popular y que durante años apoyó con su voto una forma de ver al país. Y el enojo se transformó en cancelación, impulsada por el presidente Javier Milei, pero con un fuerte respaldo social, que celebra incluso campañas contra instituciones y verdades que forman parte de lo más sagrado del peronismo.
Este presente no es el resultado de hacer todo bien, se repiten dentro de la casona de 25 de Mayo los pocos que van tras la derrota del año pasado. Y casi como un intento de volver a ser protagonistas, de dar una señal, el peronismo presentó este jueves 12 de diciembre un proyecto para deshacer una propuesta que impulsó hace 13 años.
No fue sorpresivo para quienes tejen los hilos de la estrategia política peronista que sus oponentes expusieran esta contradicción. Fue lo que pasó. Pero a pesar del obvio señalamiento que sobrevino, por primera vez en más de un año una propuesta impulsada por el PJ es celebrada en su fondo. “No nos enamoramos de las cosas que hicimos”, dijo un operador sobre el porqué del proyecto.
El metamensaje buscó mostrar redención, en un acuerdo virtual con los demás partidos, que todos prometieron durante la campaña terminar con el tercer mandato consecutivo. Es más, todo indica que la iniciativa será respaldada en el recinto. Un espaldarazo que viene después de perder todas las batallas importantes en la Cámara y de la desintegración de la mayoría con la que llegaron a Diputados. El gobernador Marcelo Orrego, que asumió con la Legislatura en contra, consiguió dar vuelta ese tablero de ajedrez y conseguir apoyo para sacar cada proyecto clave que impulsó.
Quizás la reacción la impuso la contienda electoral del 2025, en la que el peronismo arriesga dos bancas, hoy ocupadas por Walberto Allende y Fabiola Aubone. Si la movida rinde para el afuera, lo decidirá la sociedad. Pero ese no es el fin a corto plazo. Lo que hoy importaba era demostrar internamente que el duelo debe terminar.