Mientras Arquímedes Di Lorenzo le terminaba de cortar el cabello, Jorge Escobar se enteró por la radio que la Corte Suprema de Justicia lo restituía como gobernador de San Juan. La noticia llegó el 26 de diciembre de 1994, tras haber sido eyectado por un juicio político que incluyó hasta un puñal por la espalda de su propio compañero de fórmula, Juan Carlos Rojas. A dos años de la destitución, y convertido en diputado nacional, Escobar retornaba al poder. La trama política que le devolvió el sillón de la Paula, en la que intervino la sagacidad de sus abogados y una relación de lealtad con los Menem. Tres décadas después, Escobar se confesó en Tiempo de San Juan: la renuncia que no fue y una intervención frenada.
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Llegada y salida
Cuando Escobar se quedó con la gobernación de San Juan no era un hombre con orígenes dentro de la militancia, sino que venía del ámbito empresarial y contaba con el apoyo de Carlos Menem. En la década del ’90, la suma del poder público era patrimonio de los Menem. La bendición del ex presidente era determinante dentro del peronismo y también para conseguir el apoyo popular en las urnas.
En 1991, Escobar ganó la interna y en una reñida elección el 11 de agosto de ese año se impuso con el 32,66% de votos contra un 30,13% que cosechó la Cruzada Renovadora, que llevó a Alfredo Avelín como candidato a gobernador. Los números le permitieron quedarse con una mayoría ajustadísima en la Cámara de Diputados, pero que no garantizaba apoyo inquebrantable porque el peronismo no estaba unido. Al mismo tiempo, dentro de la Cámara, el bloquismo contaba con grandes jugadores de la política como Leopoldo Bravo y Pedro Rizo.
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Jorge Alberto Escobar y Juan Carlos Rojas, cuando ganaron y mantenían una buena relación.
Escobar no llegó a gobernar un año completo (asumió el 10 de diciembre de 1991 y fue destituido el 17 de noviembre de 1992). El juicio político que lo destituyó no fue el primero que ingresó al recinto. Meses antes, ATE había hecho una presentación en la Cámara de Diputados por retención indebida de aportes sindicales. El gremio que representa a los empleados públicos era uno de los más fuertes en San Juan. Durante los dos meses previos al inicio del segundo pedido de juicio político (octubre de 1992) se registraron un total de 22 acciones de protesta. Las organizaciones que las llevaron adelante fueron principalmente los sindicatos y tuvieron como actores protagónicos a los gremios docentes y a ATE.
Finalmente, el 17 de noviembre de 1992 fue destituido. La acusación principal fue falta de cumplimiento a sus deberes como funcionario público (utilización de bienes públicos en beneficio de una propiedad privada), proceso que terminó eyectándolo del cargo. Hubo complicidad bloquista y de los peronistas. Fue su propio compañero de fórmula, Juan Carlos Rojas, quien asumió la gobernación durante dos años, hasta que la Corte Suprema le devolvió a Escobar el sillón de la Paula en 1994.
Escobar reveló que durante el juicio político pensó en renunciar. Pero hubo tres hechos que lo hicieron cambiar de opinión: una reunión en Olivos con el presidente Menem, una manifestación pública en la puerta de la Legislatura y una visita de compañeros justicialistas a su casa.
Antes de que arrancara el juicio político por el que fue destituido, Escobar sentó a su familia y le comunicó que iba a renunciar al cargo de gobernador. Es que, según dijo, sabía que los propios peronistas iban a votar a favor de la destitución. Por eso define lo vivido como una traición, “porque no esperaba otra cosa de los bloquistas o de la Cruzada, pero ¿de los propios? Son los propios los que te traicionan”. Los dos hijos de Jorge, que eran chicos en ese momento, celebraron la decisión porque para ellos la renuncia del dirigente significaba recuperar a su papá.
Después de mantener esa charla con su esposa e hijos, partió a Olivos a reunirse con el presidente Menem. Esa conversación cara a cara con el riojano sembró la primera duda en la cabeza de Escobar. “Fui a Olivos a decirle a Menem que iba a renunciar y él me dijo que estaba cometiendo un grave error. Por Menem tuve la duda. Menem me dijo ‘Estuve cuatro años preso en Las Lomitas, en Formosa. Me la aguanté y, mírame, soy presidente. ¿Cómo no va a aguantar una destitución? Las injusticias en algún momento se manifiestan y quedan al desnudo’. Y yo le seguía diciendo ‘No, no pertenezco a este lugar. No soy así, vengo de otro ambiente’. Me dijo que era mi decisión”, relató. Tras ese intenso ida y vuelta, Escobar le pidió a Menem que no comunique nada oficialmente, que lo iba a hacer él. El primer cuestionamiento interno de Escobar germinó gracias a la habilidad del hombre más importante de la política argentina de los ’90.
El segundo hecho significativo que lo llevó a reevaluar la renuncia fue una manifestación en su apoyo, encabezada por el gremio de Amas de Casas. “Se sumó mucha gente, con una cantidad de peticiones, cartas y demás en la puerta de la Legislatura. Pedían que no me destituyeran porque sabían que se iba a crear un problema realmente institucional en la provincia”, apuntó.
Pero la definición llegó tras una visita de dirigentes peronistas a su casa. Quienes lo habían acompañado hasta hacía muy poco tiempo, lo instaron a renunciar. Sus hijos y esposa estaban del otro lado de la puerta y escucharon todo. “Hubo gente de mi propio partido que vino a mi casa a decirme que si yo renunciaba nadie iba a revisar nada de lo hecho en los diez meses de gobierno. Es lo peor que me podrían haber dicho. Los miré y les agradecí, porque fueron ellos los que me ayudaron a terminar de tomar la decisión de no renunciar, y así fue”, recordó Escobar.
Sin sorpresas para el ex gobernador, la Sala Acusadora lo destituyó el 17 de noviembre de 1992, luego de un trabajo implacable de la Sala Investigadora, que había recomendado acusar y promover la destitución. Aunque Escobar tuviera claro que no tenía apoyo interno suficiente para resistir, la gente seguía con incertidumbre lo que pasaba en la Legislatura. Uno de los diputados que mantuvo hasta último momento su voto en secreto fue Rogelio Cerdera, quien terminó votando a favor de la absolución del primer mandatario.
Los abogados Juan Carlos Caballero Vidal -después cortista- y Centeno, que ejercieron la defensa de Escobar, dejaron una rendija abierta para la revisión del caso en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Y el por entonces diputado Miguel Ángel Gálvez, uno de los leales a Escobar, también colaboró dejando asentado que el mecanismo del juicio político había sido utilizado en contra de la voluntad popular, viciando su uso.
La rosca de la vuelta
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La decisión de Escobar de dar marcha atrás con la renuncia parió al político en el que se convirtió después. Maquinar el regreso implicó hacer una presentación formal en la Corte Suprema de Justicia de la Nación apelando la destitución, continuar fortaleciendo su relación con los hermanos Menem y conservar el apoyo popular armando un espacio propio -por fuera del PJ-, que se convirtió en el Frente de la Esperanza.
En 1993 consiguió la primera revancha. Hubo elecciones legislativas y Escobar logró imponerse holgadamente en las urnas, alcanzando una banca en la Cámara de Diputados de la Nación. En 1994, la luna de miel con los sanjuaninos le permitió convertirse en convencional constituyente y ser parte activa de la reforma constitucional impulsada por Menem, con la bendición de Alfonsín, en el conocido Pacto de Olivos.
Tanto con Carlos Menem como con Eduardo Menem, la relación continuó fortificándose. Es más, ninguno vino a San Juan durante el ejercicio de la gobernación de Rojas como tampoco el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo.
Otra revelación histórica de Escobar es la que lo lleva, según dijo, a pedir que la Justicia tratara con mayor celeridad su apelación. En una reunión con Cavallo, le informaron que la Nación iba a intervenir la Provincia y que el santafecino Oscar Santiago Lamberto iba a ser el interventor.
“Cavallo me imploraba que no volviera. San Juan tenía listo al interventor. La Nación iba a intervenir San Juan. Se habían comido 182 o 192 millones de dólares en bonos que la Nación le había pagado la Provincia, no existían más los gremios, no cobraban sus aportes hacía varios meses, el Banco de San Juan cerró porque la situación era caótica. Lamberto era un especialista en ordenar cuentas, pero el problema era que iba a recortar sin mirar a quién”, narró Escobar.
La posible intervención provincial motivó al sanjuanino a pedirle a la cúpula nacional que acelerara la revisión de su caso en la Corte Suprema. “Hablé con el ministro del Interior, Carlos Ruckauf y le dije que la justicia se tomaba su tiempo a su antojo, que le haría muy mal un interventor a San Juan y que estaba seguro de que al año siguiente iba a ser gobernador. Vino el ministro de Justicia –Rodolfo Carlos Barra- y me informó que estaba la posibilidad de que la Corte se expidiera y me restituyera, y así pasó”, apuntó.
Interpretando el código político a la perfección, Escobar supo en ese punto que iba a volver. Le pidió ayuda a Cavallo y le anticipó que iba a privatizar el SES, la empresa estatal a cargo de la energía eléctrica; que iba a transferir la Caja de Jubilaciones a la Nación y que iba a impulsar un “ajuste medido”. Convenció a Cavallo, convenció a Menem y el 26 de diciembre de 1994 supo que la Corte lo restituía en el cargo de gobernador mientras Arquímedes Di Lorenzo le terminaba de dar forma a su corte de cabello.
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Escobar, besando la lapicera BIC con la que lo destituyeron. Gentileza: Diario de Cuyo.
El 29 de diciembre de 1994, tres días después, reasumió. Firmó su vuelta con una lapicera Bic. No era una lapicera cualquiera, era con la que Pedro Rizo puso el garabato final en el acta de destitución. Miguel Ángel Gálvez se la pidió al bloquista ese 17 de noviembre y le anticipó casi premonitoriamente que con esa misma Bic azul Escobar iba a firmar la reposición al cargo. Así fue. Y apenas 24 horas después del Día de los Inocentes.