Sábado milagroso en San Juan. En horas de la mañana, apareció con vida el empleado de una empresa de seguridad que era intensamente buscado. Salvador Daniel Olivares contó detalles sobre el hecho ocurrido el último jueves en la noche, cuando la creciente del río lo arrastró en Pachaco.
El testimonio de Olivares, expuesto al fiscal Francisco Micheltorena, fue registrado a través de un video. Según indicó el trabajador, él y un compañero realizaron un relevamiento de la ruta para verificar si podían llegar al campamento 3. “La primera salida decide acompañarnos un muchacho que no estaba en servicio. Fuimos los tres, cuando llegamos de vuelta, se veía un hilo de agua y aprovechó para pasar con la camioneta”, dijo.
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“Cuando veo pasar el segundo hilo de agua, la camioneta se enterró. Quise sacarla de reversa y no hubo caso. Estaba llegando el agua, cada vez más y más y comenzó la desesperación”, continuó. Ante la consulta de sus compañeros, les pidió que bajaran los vidrios de la camioneta y expresó: “Salgan por el lado de afuera”.
Ellos salieron primero y luego fue el turno de Olivares. “Estábamos todos al lado de la camioneta y se aproximaba el cauce. Empezó a venir más fuerte el agua, y la camioneta se enderezó. Ahí tuvimos que saltar al agua. Cuando saltamos, uno quedó frente a la camioneta y yo quedé en el medio”, contó.
Posteriormente dio a conocer que uno de sus compañeros lo agarró de la mano y se tenían firmemente, pero luego se soltó y no supo de él. “Di vueltas y me golpeaban cosas, no sabía qué era. Me pegaban ramas en la espalda, las tuve en mis brazos y me tuvo a flote. Lo demás eran subidas, bajadas y tragar agua. Tomaba aire de a poco”, siguió.
Aseguró que llegó al río mediante un tronco. “Cuando llegó al río, flotaba más tranquilo y no estaba tan agitado”. Luego afirmó que “tenía un caudal que lo abrió para el lado más lento”. Este hecho posibilitó que se sujetó de yuyos. “Con los mismos troncos lo largué para arriba y ya me quedé ahí. Apenas me quedé ahí, me dormí”.
Olivares pasó la noche con las puntas de los zapatos enterradas por la misma greda. Cuando amaneció, fue hacia la orilla y estuvo todo el día.
En sus últimas palabras, se mostró emocionado. “No sabía nada. Me pone mal. Soy responsable de un vehículo. Tenía que salir para ver cómo estaban (mis compañeros). Esos mismos troncos los junté para ir al río y llegar al otro costado”.
Tras subir ripieras, lo llevó el río y se sujetó de un tronco grande. En un momento llegó hasta un puente, se agarró de yuyos y logró salir.