Ella afirmó que desde el primer momento que se vieron él empezó a tratarla mal y la obligó a subir al camión Ford F-900. Ahí se desataría la pelea dentro de la cabina del vehículo o las agresiones por parte del chofer de 28 años, y la cita que pudo terminar en besos y abrazos, acabó en un sangriento asesinato.
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Los policías de la Comisaría 7ma realizando una inspección en el lugar donde se produjo el asesinato. Foto de Diario de Cuyo
Otro camionero que pasaba por la ruta 40 aquella noche contó que observó que el camión Ford F-900 transitaba a baja velocidad y haciendo zigzag hasta que se fue a la banquina y se detuvo en una hondonada. El testigo relató que vio que alguien bajó del vehículo y escapó, mientras que a los segundos advirtió que del lado del chofer descendió otra persona, que ésta caminó dificultosamente hacia el pavimento y se desplomó en medio de la carretera.
El cadáver en la ruta
Los llamados a la Central de Policía alertaron sobre la presencia de esa persona tirada en la ruta nacional 40, cerca de la calle 7. Los uniformados de la comisaría de Pocito constataron la versión, además confirmaron que se trataba de un hombre con múltiples heridas punzantes y que se hallaba sin vida. Había sido asesinado.
En esos momentos se empezó a hablar de un crimen en ocasión de robo. Nada se sabía del encuentro del camionero con esa mujer. Sólo se tenía el cadáver con siete heridas cortopunzantes, entre ellas una que ingresó al corazón y que fue fatal. La requisa a las prendas de vestir de la víctima permitió encontrar su documento y así supieron que el fallecido era Oscar Bustos, con domicilio en Rawson.
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Este era Oscar Bustos, el chofer de camiones de 28 años que fue asesinado a cuchillazos. Foto de Diario de Cuyo.
El Ford F-900 varado al costado de ruta era el vehículo que conducía Bustos y con el cual trabajaba en la cosecha de uva. Fernando Galdeano, el propietario del camión, concurrió al lugar cuando le avisaron que el vehículo apareció abandonado y que el chofer estaba muerto.
Galdeano reconoció el cadáver de “El Pajarito” Bustos y fue también quien confirmó a la Policía que no faltaba nada del vehículo. Eso hizo decaer la teoría del robo, a la vez que tomó fuerza la sospecha de un asesinato por cuestiones personales o una venganza. Entre las muchas cosas que se decían en torno a Bustos y los posibles problemas que tenía, apareció el nombre de Dominga Jácamo.
La gran sospechosa
Rápidamente Dominga estuvo en boca de todos. El propietario del camión contó que Bustos la venía pasando mal con esta mujer que era muy violenta. Recordó que semanas antes ella se presentó en el depósito, increpó duramente al chofer y le destrozó el parabrisas del camión.
La escena del crimen se había llenado de conocidos y vecinos de la víctima, que murmuraban y especulaban sobre lo sucedido. Entre los curiosos estaba Orlando Vargas, amigo de Bustos y sobrino de Dominga. El joven sabía cosas. Les comentó a los investigadores que esa noche el camionero tenía que encontrarse con Dominga. Contó que estaba al tanto porque él mismo había buscado a la mujer para darle el mensaje de parte de Bustos, que pidió que a las 21 horas lo aguardara en la parada de la Línea 49 sobre la ruta 40.
Ahí podía estar la clave de todo, conjeturaron los policías. El testimonio ubicaba a una primera sospechosa en el lugar del hecho. Esa mujer, además, estaba enfrentada con el chofer y hacia un mes mantenían una disputa sin cuartel a raíz de la ruptura de la pareja.
Cinco años de convivencia
Bustos tenía 23 años cuando conoció a Dominga, quien le llevaba 12 años de diferencia, y se fueron a vivir juntos a la casa de la mujer en Villa Huarpes en Pocito. La convivencia durante cinco años no resultó y en febrero de 1989 el camionero abandonó la vivienda o lo echaron. Pero los problemas continuaron, ella se empecinó en reanudar la relación amorosa y él ya no deseaba volver, de acuerdo con los testimonios.
Los investigadores creyeron tener a la posible autora del homicidio y pidieron autorización al juez para detenerla. En las primeras del lunes 20 de marzo allanaron la casa de Dominga Jácamo, con resultado negativo. Solo se hallaba su hermano, que señaló a la Policía que la mujer se había ido al baile del Club Unión junto a su hija y su yerno.
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Este fue el titular de Diario de Cuyo en relación al caso.
Un grupo de policías de civil arribó a la bailanta y empezó a buscarla. Dominga los vio y supo que andaba en aprietos. Cuando intentó marcharse, los investigadores la cruzaron y le comunicaron que debían acompañarlos a la Comisaría 6ta de Rawson. Junto a ella se llevaron a su hija Patricia y a Daniel Salinas.
Dominga pidió a su hija y a su yerno que no se preocuparan, que aclararía todo porque ellos no tenían nada que ver con lo ocurrido. La mujer de 40 años confesó en la comisaría que fue ella la que atacó a cuchillazos a Oscar “El Pajarito” Bustos, pero aseguró que se defendió y no tuvo intenciones de matarlo. Juró que ni siquiera sabía cuántos puntazos le propinó.
Confesión
Declaró que estaban separados desde febrero de 1989, que ella lo echó porque se cansó de las escenas de celos de Bustos y sus constantes golpizas. También contó que “El Pajarito” no trabajaba o lo hacía de vez en cuando, que ella mantenía la casa y que él discutía continuamente con su hija y su yerno.
En otra parte de su declaración, manifestó que le tenía miedo a Bustos y que por esa razón concurrió al encuentro esa noche. Y que llegó el cuchillo para defenderse en caso de que volviera a pegarle, afirmó. La mujer detalló que, apenas se saludaron, “El Pajarito” le recriminó porque la noche anterior la habían visto en una bailanta con otro hombre. Luego hizo que cargara su bicicleta en la caja del camión y la obligó a subir a la cabina. Según ella, continuaron los reproches y después el muchacho la tomó de los cabellos y le pegó una piña.
Los cuchillazos
Explicó que, cuando éste comenzó a golpearla, ella sacó el cuchillo para intimidarlo. “¿Con que me querías matar? Ahora te voy a matar yo”, gritó Bustos, de acuerdo con el relato de Dominga. A todo eso ya había puesto en marcha el vehículo, agregó, y mientras avanzaban por la ruta, él logró arrebatarle el arma blanca.
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Un fotógrafo de Diario de Cuyo captó el momento en el que trasladan a Jácamo en calidad de detenida.
En esos instantes Bustos le largó unos cuchillazos y se produjo el forcejeo hasta que ella se apoderó de nuevo del arma blanca, afirmó. Ahí ella respondió con unos puntazos en el cuerpo del muchacho. Ni supo cuántos cuchillazos le propinó, explicó, pero recordó que continuaron luchando mientras que el camión se detuvo en la banquina y en un momento dado se abrió una de las puertas y ambos cayeron de la cabina.
Dominga relató que corrió para escapar y Bustos la persiguió por un trecho, pero finalmente se desvaneció y quedó tendido en medio de la ruta. Ella aprovechó esa situación para volver al vehículo de carga, bajó su bicicleta de la parte trasera del rodado y huyó rumbo a su casa sin prestarle ayuda a su expareja.
La otra versión
La declaración de Dominga Jácamo puso el foco en Bustos, haciéndolo ver como una persona violenta que esa noche volvió a golpearla y que ella se defendió. Su hermano abonó esos dichos afirmando que el fallecido maltrataba a su hermana y se llevaba mal con su familia.
Pero esa era la versión de la detenida y de un miembro de su familia, algo muy distinto a lo que revelaron, al menos, cuatro testigos de la causa, que describieron a la mujer como la violenta y a “El Pajarito” como una persona tranquila. Dos vecinos y amigos de la pareja, de apellido Mercado y Díaz, sostuvieron que Jácamo era celosa, conflictiva y siempre le hacía problemas a Bustos. Según ellos, “El Pajarito” había iniciado otra relación amorosa y de ninguna manera quería volver con Dominga.
Un hermano de Bustos contó que éste vivía acosado por Jácamo y que no lo dejaba en paz. Mencionó el episodio en el que la mujer destrozó el parabrisas del camión y otro incidente en el que echó azúcar al tanque de combustible del mismo rodado con el fin de intimidarlo.
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Dominga Jácamo explica cómo se sucedieron los hechos. Hasta el último día del juicio ella aseguró que actuó en defensa propia.
Salinas, el yerno de Dominga, también la fulminó. La tildó de vulgar, de “carácter muy fuerte”, celosa con Bustos y que siempre le hacía escándalo, según su testimonio. Contó que lo insultaba dentro de la casa en el tiempo que convivieron, que solía repetir que “él era solo de ella” y “que no iba tener otra mujer”.
El muchacho señaló que la noche del crimen, antes de salir rumbo al encuentro con Bustos, le escuchó decir: “El Pajarito va a ser mío y de nadie más”. También declaró que, a su regreso de aquella cita, les confesó el asesinato. Cuando entró a la casa, Dominga les expresó: “He matado al Pájaro”, relató el testigo.
Ante esas palabras, su hija le gritó: “¡¿Mamá?! ¡¿Qué has hecho?!” La respuesta de Dominga fue: “Viste como soy, muy arrebatada y nerviosa” y a continuación les contó lo sucedido dentro del camión. Salinas agregó que le recomendaron ir a la Policía, pero su suegra guardar silencio y al rato se bañó, se arregló y les pidió que la llevaran al baile con ellos.
El cuchillo y las prendas de vestir de Dominga con manchas de sangre fueron encontrados en un pozo que cavó en el fondo de su casa. Por otra parte, el examen médico reveló que la mujer presentaba pequeñas heridas cortantes en las manos producto del forcejeo, pero no evidenciaba otras lesiones. En cambio, el cadáver de Bustos tenía puntazos en zonas vitales.
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Durante el juicio se realizó la reconstrucción del asesinato en un camión y a costado de la ruta nacional 40, en Pocito.
El caso puso de manifiesto que entre Jácamo y Bustos había una relación enfermiza y violenta, sumado a que la mayoría de los testigos remarcaron que la mujer estaba obsesionada con el camionero. Es probable que la mujer sufriera violencia de género, pero en la causa no hubo elementos para resaltar esa situación. En ese marco no prosperó la posibilidad de encuadrar el hecho como un asesinato en defensa propia y el juez que investigó el caso dejó firme el procesamiento contra la mujer por el delito de homicidio simple.
Dominga Jácamo fue juzgada en 1990. En la sentencia se señala que la mujer declaró en tres ocasiones en la causa y en todas admitió ser la autora de los puntazos mortales, pero a la hora de dar razones valederas entró en sucesivas contradicciones. Por lo visto no fueron convincentes sus explicaciones de por qué llevó el cuchillo a esa cita y pesaron más los testimonios que la calificaron de agresiva.
El 2 de agosto de 1990, el juez Juan Carlos Peluc Noguera del Segundo Juzgado Penal dictó sentencia y condenó a Dominga a la pena de 9 años de prisión por el asesinato de Oscar “El Pajarito” Bustos. La mujer, de 41 años en ese entonces, purgó su castigo en el penal de Chimbas. Nunca más tuvo problemas con la Justicia, hoy vive en Rawson.
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FUENTE: Sentencia del Segundo Juzgado Penal, artículos periodísticos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.