Graciela Torres
Catorce años de casados, pero no hubo un momento en que Reinaldo Alfredo Torres no hiciera sufrir a su esposa Graciela Torres. Si siendo novios ya la golpeaba. Ella creyó que algún día iba a cambiar, pero los hijos vinieron, los años pasaron y la violencia nunca cesó.
Graciela, que era ama de casa, un día dijo basta y en enero del 2008 decidió separarse. Reinaldo no la dejó en paz, la hostigó y amenazó hasta que la asesinó en la madrugada del 16 de marzo de ese año. Ella estaba sola con sus dos mellizos, que tenían 2 años, en su casa del barrio Bubica en Rawson. La nena mayor se encontraba en un cumpleaños y los otros dos chicos en el domicilio de sus abuelos maternos.
Reinaldo Torres fue a buscarla, dispuesto a asesinarla. Cargó consigo un martillo tipo maza de 6 kilos, una navaja, un cuchillo carnicero, una pistola calibre 22 y una escopeta. Al llegar a la vivienda rompió una farola para dejar el frente a oscuras, después empezó a gritar, efectuó algunos tiros y, como Graciela no abrió, destrozó la puerta. Allí la atacó de una manera brutal: le pegó, la acuchilló y la remató de seis disparos con el arma corta y la escopeta.
Reinaldo Alfredo Torres después fue detenido. En julio de 2009 fue juzgado y condenado a reclusión perpetua por el delito de homicidio doblemente agravados, por el vínculo y el ensañamiento. En aquel entonces no existía la figura del femicidio como agravante. El hombre, que trabajaba como perforista en las minas, no salió vivo de la cárcel. El 31 de marzo de 2021, se quitó la vida en su celda del penal de Chimbas.
Alba Pizarro
Otro brutal femicidio fue el cometido por Carlos Alberto Limolle contra su esposa Alba Ruth Pizarro. El era un delincuente que siempre maltrató a su mujer, desde que ésta tenía 15 años y hasta la obligó a robar. Tan maldito fue con ella que el 16 octubre de 2011, el Día de la Madre, la golpeó y la acuchillo por otros de sus ataques de celos durante el horario de visita dentro del Servicio Penitenciario Provincial.
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El femicida Carlos Limolle.
Ese el preludio de lo que ocurrió el 27 de octubre de ese año, a los pocos días de que Limolle obtuvo la excarcelación y regresó a su casa en Rawson. Él le ordenó a Alba a que lo acompañara a pagar una boleta de servicio y salieron junto en una moto. Ese viaje culminó en un sitio desolado de Médano de Oro, donde la agredió a golpes de puño, la arrastró de los cabellos y la mató a pedradas en medio de la calle. Hasta la fecha, este asesino continúa purgando su pena de prisión perpetua por homicidio agravado por el vínculo.
Estela Bustos
Puede que el asesinato de Estela Bustos sea el más recordado. Su caso fue el primero de San Juan que fue calificado como femicidio después de la aprobación de la modificación del Código Penal argentino en 2012, que incluyó las figuras de los asesinatos contexto de violencia de género, el femicidio vinculante y los crímenes motivados por el odio a la orientación sexual, como agravantes del delito de homicidio.
Cristian Oscar Fretes, el esposo de Estela, llego borracho a su casa en el barrio Las Alondras en Chimbas aquella tarde del 25 de mayo de 2013 y, como otras tantas veces, le hizo una escena de celos. Después empezó a pegarle, todo esto en presencia de sus hijos.
El hombre persiguió a Estela Bustos por dentro de la casa y la vereda, le propinó trompadas, rodillazos, la arrastró de los cabellos y la clavó varios cuchillazos hasta que la mató. Para ocultar el crimen lavó el cuerpo de la mujer en el baño, después lo recostó sobre su cama y lo cubrió con un acolchado, mientras que obligó a los niños a limpiar toda la sangre.
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Estela Bustos estaba embarazada cuando fue asesinada.
Horas más tarde, una hermana de Estela arribó a la casa y descubrió el asesinato. Los chicos relataron las espantosas escenas de las que fueron testigos y Cristian Oscar Fretes fue apresado. El 10 de octubre de 2014, el delincuente con un abultado prontuario policial fue condenado a prisión perpetua porlos delitos de homicidio triplemente agravado, por haber sido cometido con ensañamiento, por el vínculo y por violencia de género (femicidio), y aborto. Esto último porque a través de la autopsia confirmaron que Estela estaba esperando otro hijo.
Contra las trabajadoras sexuales
Los asesinatos producto de la violencia machista también tuvieron como víctimas a trabajadoras sexuales. En el 2000, con sólo cuatro meses de diferencia, mataron a dos meretrices que trabajaban en la calle.
La noche del 9 de mayo del 2000, Miriam Evelia Espeche salió de su casa en Caucete rumbo a la Capital de San Juan. Ella solía apostarse en los alrededores de la Plaza 25 de Mayo en busca de clientes, pero ni siquiera se sabe si llegó a destino. Nunca más la vieron con vida desde esa noche.
El 18 de junio de ese año, un automovilista se detuvo al costado de la ruta nacional 40, cerca de un puente en la zona de El Villicum, y se encontró con algo estremecedor. Halló el cadáver de una mujer dentro de un bolso de gran tamaño. La Policía luego confirmó que se trataba de Miriam Espeche. Estaba desnuda, degollada y presentaba una herida corto punzante en la vagina.
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Miriam Espeche, otra víctima de la violencia machista.
El terror volvió asomar el 9 de septiembre del 2000. En un baldío de la calle General Paz, casi Pueyrredón, y a metros de la Terminal de Ómnibus de la Ciudad Capital de San Juan, encontraron el cadáver de Lidia Páez. Su cuerpo estaba entre unos matorrales y tenía un puntazo en el cuello.
Le faltaba la cartera, el celular y su auto Renault 12, el que horas más tarde fue encontrado abandonado en la zona del Acceso Este en Santa Lucía. Al igual que el asesinato de Espeche, de 30 años, jamás se dio con los autores del crimen de esta otra trabajadora sexual. Lidia, de 51 años, era una suerte de matrona entre las mujeres meretrices que caminaban por la avenida Rawson y los alrededores de la terminal.
Los tres asesinatos de Claudio Gil contra homosexuales
Su nombre es sinónimo de asesino serial, pero Claudio Javier Gil tiene, además, la particularidad de que sus crímenes estuvieron marcados por el odio a los homosexuales. El hombre nacido en Desamparados hizo sus primeras armas como ladrón y en 1992 recibió una condena de 9 años de cárcel por robo de automotores y privación ilegítima de la libertad.
Tras salir del penal de Chimbas con libertad condicional, se radicó en La Rioja Capital y el 27 de agosto de 1997 cometió su primer asesinato. La noche de aquel día, Claudio Gil mató a cuchillazos y quemó a su entonces pareja Alfredo “Cacho de la Esquina” Herrera en un descampado en las afueras de la capital riojana. En esos años tampoco existía el agravante para los crímenes por odio a la orientación sexual, de modo que el sanjuanino fue condenado a sólo 12 años de prisión por el asesinato de su pareja.
Su rabiosa alma criminal recaló en San Juan a poco de cumplir más de la mitad de la condena y al quebrantar el régimen de salidas transitorias en la cárcel riojana, y volvió a la caza de otras víctimas. Años después, un juez describió a Gil como un “homosexual reprimido, que posee una homosexualidad no manifestada a la que odia y la considera la causa u origen de todos sus problemas, pero como no lo puede solucionar en sí mismo, mata esa homosexualidad en los demás…”
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Claudio Gil, el asesino serial de homosexuales.
Entre la noche del 6 y la madrugada del 7 de enero de 2014, Claudio Gil concertó una cita con el chef Carlos Echegaray y lo visitó en su casa en la calle Estados Unidos, cerca de la Terminal de Ómnibus de San Juan. El reconocido cocinero sanjuanino terminó atado en la cama y muerto de ocho cuchillazos.
Dos meses más tarde, Gil se reunió con el jubilado Luis Espínola en otro encuentro sexual y a él también lo mató a cuchillazos dentro de su casa en Rivadavia. Este otro crimen homofóbico ocurrió entre la noche del 6 de marzo y la madrugada del 7 de marzo de 2014.
El denominador común en los dos casos es que fueron ataques traicioneros y sustrajeron algunas pertenencias de las víctimas. Por el caso del Echagaray, Gil fue condenado a prisión perpetua por los delitos de hurto y homicidio agravado por la alevosía. Por asesinato del jubilado, la pena fue igual de severa, pero en la calificación del delito le sumaron el agravante del crimen por odio a la orientación sexual de la víctima. Fue la primera vez en la historia de San Juan que citó este agravante en una causa penal.
Gil se encuentra actualmente en el penal de Chimbas purgando una pena de prisión perpetua por los dos últimos asesinatos. Además, sumó otra condena por quemar y herir a su madre anciana en otra causa penal paralela y en 2019 recibió su sexto castigo por violar y herir a un compañero de celda en 2015.
El enfermero
Al asesino serial sanjuanino también se vinculó con el asesinato del enfermero Omar Alfredo Olivares, otro caso con las típicas características de un crimen por odio a la orientación sexual.
Olivares fue encontrado desnudo, maniatado y con 19 heridas punzo cortantes en su cuerpo en el interior de su domicilio en el barrio Frondizi, Capital, la mañana del 14 de octubre de 2009. La sospecha es que el enfermero tuvo un encuentro íntimo con otra persona a la que conocía o que dejó ingresar a la vivienda y que allí fue torturado y asesinado.
Este homicidio continúa impune, dado que una prueba de ADN confirmó que la última persona que estuvo con el empleado de la sanidad no fue Gil. Además, éste no estaba en la provincia para cuando se cometió el crimen.
Dos casos testigos de femicidios vinculados
Los sanjuaninos también fueron testigos de los femicidios vinculados o transversales, esos casos en que los hombres, en su posición dominante y de creerse dueño de los más débiles, mata a un tercero o un allegado de una mujer con el único fin de verla sufrir.
Historias del Crimen contó algunos de esos casos, entre ellos el del caucetero que asesinó a su pequeño hijo e hirió a otro por despecho. Hacía un año que Francisco Washington Simone estaba separado de Haydee Durán. Pero cuando tenía todo listo para mudarse a San Luis a rehacer su vida, cambió de planes y en un ataque de odio buscó la manera de dañar a su exmujer.
El caucetero asesinó a su hijo más chico e hirió a otro de sus hijos a balazos. Todo porque su mujer no quería regresar con él.
Fue la noche del 22 de mayo de 1993, el mismo día que compró un boleto para marcharse de Caucete. Washington se encerró en su domicilio y bebió una ginebra con coca cola. Más tarde agarró un revólver y caminó hasta la casa de sus exsuegros en Villa Las Rosas con la intención de hostigar a Haydee.
“Los niños van a ser tu sufrimiento”, le gritó cuando la tuvo enfrente. En medio de los gritos y las súplicas de Haydee, de la madre y las dos hermanas de ésta, el hombre gatilló su revólver y le pegó un tiro mortal en la cabeza a su nene de 4 años. Al otro nene, de 9, lo hirió en una mano con otro impacto de bala.
Simone fue preso y posteriormente juzgado por tres jueces varones, que dictaron una polémica y repudiable sentencia en mayo de 1995. Condenaron al caucetero a la pena de sólo 8 años de cárcel por el delito de homicidio agravado por el vínculo, en estado de emoción violenta, y tentativa de homicidio agravado por el vínculo, también en estado de emoción violenta.
El iglesiano
La historia fue muy distinta en el caso de Luis Alfredo Montaño, el iglesiano que asesinó a golpes a su vecino Rubén Darío Quiroga y quemó su cadáver en presencia de su mujer Glenda, con la única finalidad de castigarla y verla sufrir por una infidelidad. Ese horrendo asesinato se produjo el 23 de mayo de 2020 en las afueras de Rodeo, Iglesia.
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Luis Montaño actualmente cumple una condena de prisión perpetua.
Montaño había descubierto que la muchacha mantenía encuentros con Quiroga y se propuso tenderle una trampa utilizándola a ella de anzuelo. Obligó a Glenda que citara a ese otro hombre cerca del predio del Tiro Federal y ahí lo atacó arteramente por la espalda con un hierro. “Mirá como se quema tu macho”, le dijo a la joven mujer, mientras quemaba el cadáver. Ella fue obligada a guardar el secreto sobre el crimen y padeció las más diversas humillaciones de Montaño en las semanas siguientes.
En junio de ese año, la Policía descubrió la trama detrás de la desaparición de Quiroga y detuvieron a Luis Montaño y a su joven esposa. Ella pasó dos años presa hasta que salió a luz que ella era una víctima más y recuperó su libertad. Él fue juzgado en junio de 2023 y un tribunal lo condenó con un fallo ejemplar: prisión perpetua por el delito de homicidio doblemente agravado, por la alevosía y femicidio vinculante. “Montaño se quería asegurar del sufrimiento. Incluso después de cometido el hecho, la hostigó de tal manera que se estigmatizara de toda forma posible. No tengo dudas, Montaño mata a Quiroga para que su pareja sufra”, afirmó el juez Heredia Zaldo.
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