El conflicto familiar venía de tiempo atrás y el joven con su tío ni se podían ver. Ese domingo, sin embargo, Pedro pasó a propósito o por casualidad por el frente de la casa de sus parientes y fue visto por Enrique, su sobrino político. Se dijeron de todo con solo mirarse, pero uno de ellos abrió la boca, lanzó los primeros insultos y a partir de ese instante nadie pudo detenerlos.
Los testigos de ese furioso encuentro en la tarde del domingo 23 de julio de 1995 contaron que todo se dio frente a la casa de la familia de Enrique Alejandro Quiroga, sobre la calle Juan José Paso en la Villa San Damián, Rawson. Pedro Vicente Paz aparentemente andaba ebrio. Eran las 15.30 y parece que había tomado durante el almuerzo.
Poco importa quién empezó. El resentimiento era mutuo. Paz y Quiroga eran tío y sobrino políticos. El primero de ellos estaba en pareja con la hermana de la mamá del joven de 19 años.
El problema se remontaba meses atrás debido a que alguien de la misma familia realizó una presentación judicial y le quitaron a Paz la tenencia de uno de sus niños. Eso lo distanció y enfrentó con su cuñada y sus sobrinos, al punto que no se podían ni ver.
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El ataque a tiros se produjo frente a una vivienda de la calle Juan José Pasos en la Villa San Damián, en Rawson.
Se dijo que Paz tenía actitudes violentas, por eso también se sospechó que esa tarde pasó a adrede por la puerta de la casa de los Quiroga a buscar pelea. Justo en esos momentos en la puerta estaba su sobrino Enrique, que charlaba con unos amigos sobre la vereda.
Los testigos señalaron que nadie se metió, que ambos empezaron a insultarse. Paz dejó su bicicleta y entre ambos se lanzaron unas trompadas y hasta pedradas. El joven parece que la llevaba de perder, entonces retrocedió y de un instante a otro encaró hacia el interior de su casa.
Entró sin mencionar una sola palabra a sus padres sobre lo que sucedía en la calle. Caminó derecho a la habitación de su papá y de arriba de un ropero sacó el revólver marca Colt, calibre 32. El arma tenía los ocho cartuchos en el tambor. Mientras tanto, afuera lo esperaba Paz.
Quiroga salió con el revólver dispuesto a correr a su tío y no le tembló la mano. Ahí se escucharon los cuetazos. Uno de los disparos resultó fallido; en cambio, el segundo balazo impactó en el cuerpo de Paz.
El hombre, de unos 40 años, sintió el ardor y la punzada del proyectil que recorrió por su estómago. Aún así, no perdió la estabilidad y se mantuvo de pie en todo momento. Sabiendo que estaba herido, agarró la bicicleta y se marchó largando insultos contra Quiroga.
Pese al balazo que recibió en el abdomen, Paz soportó el dolor y se trasladó a la comisaría a hacer la denuncia. Después empezó a sentirse mal.
Creyó que la lesión del disparo no era tan grave y lo primero que hizo fue trasladarse la Comisaría 25 ta en el barrio Hualilán para contar lo ocurrido y denunciar a su sobrino político. Los policías le vieron la herida de bala en el abdomen y pidieron una ambulancia para llevarlo al hospital.
Los médicos constataron esa tarde que la bala había daño su zona intestinal y lo intervinieron quirúrgicamente para frenar el cuadro infeccioso. Pedro Paz permaneció internado desde el 23 al 29 de julio de 1995 en el Hospital Guillermo Rawson y fue dado de alta. Se suponía que estaba fuera de peligro, pero no fue tan así.
La herida interna no sanó y a los días empezó a tener complicaciones. El 3 de agosto volvieron a internarlo en el hospital Rawson y, tras otra operación, el 10 de agosto lo mandaron a su casa. Él parecía estar mejor, pero el daño en el intestino delgado reavivó la infección con el correr de los días.
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Asi se ve hoy Villa San Damián.
El cuadro febril y el agudo dolor intestinal hicieron que lo internaran de nuevo el 24 de agosto de 1995. De ahí no se recuperó más. El mediodía del 26 de agosto, Pedro Vicente Paz murió en la sala de terapia intensiva. Su deceso cambió rotundamente el caso, la causa judicial calificada inicialmente por lesiones graves y abuso de armas pasó a caratularse bajo el delito de homicidio.
Eso representaba un verdadero problema para Enrique Alejandro Quiroga, dado que derivó en su detención y el posterior procesamiento por asesinato. En septiembre de 1996, se llevó a cabo el juicio oral y público en la Sala I de la Cámara en lo Penal y Correccional.
El fiscal José Eduardo Mallea lo acusó del delito de homicidio simple en base a las pruebas y testimonios que respaldaban la teoría de que el joven entró a buscar arma de su casa y disparó a matar contra Paz. Si no quería agredir a la víctima, ¿por qué no se quedó dentro de la casa? Con ese terminaba la pelea, expuso el representante del Ministerio Público Fiscal.
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Frente al tribunal. Enrique Quiroga durante el juicio, más adelante se ve a un joven abogado llamado César Jofré.
El abogado César Jofré, el defensor, sostuvo que Quiroga jamás tuvo la intención de atentar contra la vida de la víctima. La idea era “amedrentar” a Paz para que no molestara más a su familia. Además, aseguró que el disparo mortal fue producto de su inexperiencia, puesto que no sabía manejar el arma.
El defensor puso de relieve que Paz era un violento y que fue él quien provocó a Quiroga en su propia casa. Por otro lado, apuntó a demostrar que la muerte fue a consecuencia de una mala praxis, por la mala atención y negligencia de los propios médicos del Hospital Guillermo Rawson que no atendieron como debían a la víctima del disparo. Agregó que parte de la responsabilidad también era del paciente, que no se cuidó y no hizo reposo después de ser dado de alta.
Sobre esto, los médicos legista y forense fueron contundentes, señalaron que la causa de muerte fue producto del cuadro infeccioso originado por la herida de bala en la zona intestinal. Es decir, el deceso tuvo directa relación con el disparo. O no sea, no podía hablar de mala praxis.
El 15 de septiembre de 1996, los jueces Arturo Velert Frau, Diego Román Molina y José Raúl Iglesias declararon culpable a Enrique Alejandro Quiroga. La pena fue de 8 años y 6 meses de prisión, a purgar en el penal de Chimbas.
FUENTE: Sentencia de la Sala Primera de la Cámara en lo Penal y Correccional, artículos periodísticos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin