“El Caty” Cortez no olvidaba el último carnaval, sobre todo por la biaba que le habían dado “El Cafiaspirina” Laciar y el hermano. De vez en cuando sentía los dolores de hueso por el brazo que le partieron. El ocasional encuentro de aquella noche en el tinglado de Paraíso Tropical entonces le vino como anillo al dedo. La espera de tantos meses por fin culminaba y “El Caty” tenía la oportunidad única de vengarse en un terreno imparcial, la popular bailanta situada en calle Salta, al sur de Benavidez, Concepción. “El Cafiaspirina” estaba con su novia y unos amigos en ese baile, pero no con toda su barra del barrio Comandante Cabot. En cambio, él andaba en compañía de “El Negro” Pinto, “El Javierucho” Veragua y un tal Juan Heredia, todos del Aramburu y Villa Lourdes, dispuestos a hacerle frente a cualquiera.
“El Negro” Pinto era el más exaltado. Las cervezas lo habían puesto cargoso y provocaba a quien se le cruzara. Pero “El Caty” Cortez no le sacaba la mirada a Laciar, que a su vez lo observaba de reojo y disimulaba bailando con su novia “La Paraguaya” Soria y bebía en una ronda con un par de parejas. Toda la noche estuvieron así, manteniendo una discreta distancia, cuidándose las espaldas y con la desconfianza de los que tienen deudas pendientes.
A las 4.30 de la mañana del 8 de diciembre de 1991, cuando terminó el baile y prendieron las luces, Jorge Oscar “El Cafiaspirina” Laciar abrazó a la novia y salió adelante de su grupo de amigos. Pensó que al final de cuentas esa noche no iba haber pleito, pero subestimó la situación. Al llegar a la vereda se le atravesaron Fabián “El Caty” Cortez y Javier “El Javierucho” Veragua. “¡Qué pasa!”, lanzó Laciar, para demostrar que no tenía miedo, pero los otros dos jóvenes respondieron: “Te vamos a matar hijo de puta”.
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El hecho causó conmoción entre los vecinos de la zona. Foto de Diario de Cuyo.
Cortez y Veragua agarraron de la camisa y de los brazos a “El Cafiaspirina”, lo llevaron a la rastra y lo tiraron al costado de la calle Salta. Ahí comenzó la golpiza por parte de esos dos jóvenes y sus amigos. Laciar recibió piñas y patadas por todos lados en el piso.
Su novia se metió y repartió golpes con su zapato en mano buscando en vano defenderlo: “¡Peguenlé de a uno, hijos de puta!”, desafió la chica, acusándolos de cobardes al grupo del barrio Aramburu y Villa Lourdes. Entonces apareció Jesús “Tutuca” Vázquez en defensa de su amigo “El Cafiaspirina”, lanzó unas piñas a ciegas y, ante la inferioridad numérica, salió corriendo en dirección al norte por calle Salta.
El grupo de Cortez continuó pegándole a Laciar, hasta que pasados unos segundos irrumpió de nuevo el “Tutuca” Vázquez. Traía un revólver, con el que amenazó y disparó contra sus rivales con la intención espantarlos. En todo ese caos, Ariel “El Negro” Pinto recibió un balazo. Para entonces, Laciar consiguió levantarse y manoteó el arma a su amigo para enfrentarlos él en persona.
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Captura. Dos policías trasladan a "El Cafiaspirina" Laciar.
En esos instantes se escucharon las otras detonaciones. “El Cafiaspirina” Laciar no disparó al azar. Dos de los tiros fueron directo al cuerpo de su viejo enemigo Fabián “El Caty” Cortez. Y un tercer balazo impactó en “El Javierucho” Veragua. Ellos eran los dos que lo habían agredido inicialmente.
Junto con los estruendos y los gritos también se armó el desbande de uno y otro lado en distintas direcciones. A los minutos, los resultados estaban a la vista. Veragua se quejaba por un balazo en el brazo izquierdo, pero podía mantenerse en pie. Cortez y Pinto permanecían tendidos y malheridos en la calle.
Algunos de sus amigos los reconocieron y pidieron ayuda a los automovilistas para trasladarlos al Hospital Guillermo Rawson. Llegaron, pero cuando Fabián “El Caty” Cortez y Ariel “El Negro” Pinto fueron acostados en las camillas del servicio de urgencias ya estaban muertos. El primero, de 22 años, presentaba un disparo de arma de fuego a la altura del costado izquierdo del pecho y otro balazo en un brazo. Pinto, de 18, tenía un tiro mortal en el costado izquierdo del tórax, cerca de la axila.
El único que vivió para contarla fue Javier Veragua, que contó a los policías que su grupo de amigos y él habían sido atacados por una patota del barrio Comandante Cabot de Concepción. Señaló directamente a “El Cafiaspirina” y a su banda.
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El doble asesinato ocurrió sobre la calle Salta, al sur de Benavidez, en Concepción. Foto de Diario de Cuyo.
Los testimonios del entorno de Laciar daban a entender otra versión. Ellos acusaron a Cortez y a sus amigos de originar el incidente y la agresión en la puerta. Según la novia y otros testigos aseguraron que uno de los integrantes del bando rival fue el que extrajo el arma y disparo de forma indiscriminada hasta que “El Cafiaspirina” le arrebató el revólver y respondió el ataque a los balazos en defensa propia.
Dos días más tarde apresaron a Jorge Oscar “El Cafiaspirina” Laciar, con moretones y la cara magullada por la golpiza que recibió la noche del doble asesinato. Esto respaldaba la teoría de cómo se desencadenaron los hechos esa madrugada del 8 de diciembre de 1991. Con el que no pudieron dar fue con Jesús “Tutuca” Vázquez, mencionado como el primero que efectuó los disparos y quien permaneció prófugo en los años siguientes.
El caso por el doble asesinato en la puerta de la bailanta Paraíso Tropical dejó muchas preguntas a partir de las acusaciones cruzadas. Lo que no se discutió fue que detrás de la gresca hubo un ajuste de cuentas: Cortez buscaba desquitarse de Laciar por aquella golpiza del baile de carnaval en febrero de ese año.
Los testimonios recogidos revelaron que Laciar estaba con su novia, con la hermana de esta, su cuñado y un par de amigos dentro de la bailanta. Y que el otro grupo lo integraban Cortez, Pinto, Veragua, Heredia y un par de personas más, entre ellas una chica.
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En los registros de la Policía figura está foto de Jorge Oscar Laciar.
En la reconstrucción que hicieron los investigadores policiales y judiciales reafirmaron la hipótesis de que no pelearon dentro del salón bailable, sino que la gresca se originó cuando Cortez y Veragua encararon a “El Cafiaspirina” a la salida, lo tiraron en la calle Salta y empezaron a pegarle. Primero intervino la “Paraguaya” Soria para defender al joven, pero después saltó el “Tutuca” en un fallido intento por rescatar a su amigo.
Entre las distintas versiones, se impusieron los testimonios que decían que el “Tutuca” luego salió corriendo y al instante regresó con un arma de fuego. Que ahí él efectuó el primer disparo que hirió a Pinto y posteriormente Laciar se liberó, le quitó el revólver y atacó a balazos a Cortez y Veragua.
En su declaración, Laciar confirmó que Cortez y Veragua junto a sus amigos lo atacaron a la salida del boliche y se victimizó en todo su relato, incluso cuando admitió haber disparado. Aseguró que, mientras lo golpeaban, le arrebató el arma a uno de sus agresores y largó un tiro para defenderse, sin saber adónde dio ese balazo.
También agregó que, cuando aún continuaba aturdido y mareado, se le vino de vuelta Cortez o Veragua dispuesto a pegarle. Según él, ni siquiera levantó la cabeza, pero recordó que en ese preciso momento largó otro disparo para defenderse, después tiró el revólver y escapó corriendo. Aclaró que tampoco supo si hirió a alguien.
"El Cafiaspirina" Laciar declaró que le quitó el arma a uno de los agresores y disparo a ciegas contra las personas que lo rodeaban. Aseguró que no sabía si había herido a alguien.
Durante el juicio escrito hubo dos versiones en pugnas acerca de dónde salió el arma, la que culpaba a Laciar y sus amigos y la que apuntaba contra Veragua. Sin embargo, surgieron otros testimonios que respaldaron la segunda teoría, que decía que en medio de la golpiza apareció el “Tutuca” Vázquez con el revólver para defender a Laciar y a partir de ahí se produjo la balacera.
El único que fue llevado al banquillo de los acusados fue Jorge Oscar Laciar. Jesús “Tutuca” Vázquez no fue detenido, al menos no hay registros de que lo hayan capturado. En ese marco, la defensa de “El Cafiaspirina” argumentó que su accionar debía encuadrarse como legítima defensa y pidió su absolución.
El juez Héctor Fili no dio crédito ni a la declaración del acusado ni a los argumentos de su defensor y en febrero de 1993 condenó a Jorge Oscar “El Cafiaspirina” Laciar a la pena 17 años de cárcel. Con respecto al “Tutuca” Vázquez, se ratificó la orden de captura en su contra. A la fecha, no hay registro o los viejos investigadores no recuerdan si atraparon o no este otro implicado en el doble asesinato. De la bailanta solo queda el tinglando, donde funciona un taller.
FUENTE: Sentencia del Segundo Juzgado Penal, artículos periodísticos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.