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SUSCRIBITETiempo de San Juan fue al lugar en Chimbas donde un hombre apuñaló a un perro. El escalofriante relato de los testigos que lo vieron actuar con total frialdad.
Los niños de la cuadra de calle Salta, antes de Centenario, le decían "Bebé", porque era el último perro que habían abandonado en esa zona cuando era solamente un cachorro. Cristina Romano, la voluntaria de la ONG Patitas sin hogar, le había puesto "Topo" y era quien lo alimentaba y cuidaba hasta este domingo cuando un hombre lo apuñaló y lo mató.
Un día después del brutal ataque de Roberto Paredes a "Topo", los vecinos siguen conmocionados. Desmienten que el perro haya sido agresivo y sostienen la versión de las proteccionistas: "Jugaba con los niños y lo alzaban como si fuera un bebé. Lo llevaban para todos lados", dijo un vecino a Tiempo de San Juan.
El asesino del perro es Roberto Paredes, un hombre que fue a sentarse a comer a un local de comidas llamado "La Cocina de Fer" y con el cubierto que la moza le había puesto para que almuerce, le dio una puñalada a Topo en el cuello que hizo que se desangrara.
Franco es el propietario del local gastronómico donde todo ocurrió y eran sus dos hijos chiquitos los que estaban con "Bebé" jugando, cuando Paredes llegó y se sentó como un cliente más. No se imaginaba que todo terminaría como terminó. De hecho, fue Franco quien le dio a la Policía las imágenes de las cámaras de seguridad de su negocio, que serán clave pera que se haga Justicia por Topo.
"El hombre vino y se sentó, pidió que le pusiéramos una mesa afuera porque estaban con un caniche, así lo hicimos. A mis hijos les encantan los perros así que fueron los niños a hacerle cariño al caniche, estaban con Topo y con el caniche. Se empezaron a olfatear como hacen todos los perros", expresó Franco.
Fue en ese momento que el caniche de Paredes se desconoció con Topo y se pelearon. En las imágenes de seguridad se ve que la pelea dura segundos y que rápidamente intervinieron para que nadie salga lastimado. "Yo salí y lo vi, el caniche no tenía nada y la señora ya lo había agarrado cuando este hombre vino y apuñaló al perro", relató Facundo.
Topo quedó tendido en la vereda, en medio de un charco de sangre mientras todos los mozos y cocineros del negocio salían para increpar a Paredes que, muy tranquilamente, se sentó una vez más en la mesa, limpió el cuchillo con una servilleta y se dispuso a esperar la comida. Es que el cuchillo que usó para matar a Topo, era el que la moza le había puesto sobre la mesa unos segundos antes. "Limpió la sangre del cuchillo con una servilleta y se sentó como si nada a esperar la comida", relataron los testigos a este diario.
Un patrullero que pasaba por la zona fue alertado por los vecinos y se detuvo justo cuando Paredes, según los testigos, se levantaba de la mesa diciendo: "Bueno, nos vamos, al final no vamos a poder comer acá".
La frialdad con la que actuó el hombre tiene a todos los vecinos de la zona azorados, sobre todo porque en esa cuadra siempre juegan los niños con los perros.
La Policía intervino mientras los vecinos le reclamaban a Paredes: "Estás loco, cómo vas a hacer eso". "Qué te hacés que sos el dueño del perro, si era un perro de la calle", respondió la mujer del asesino, como si la vida de Topo valiera menos que la de cualquier otro perrito.
Paredes fue detenido y se le abrió una causa en Flagrancia. La ONG Patitas sin Hogar se presentará como querellante y su fundador, Eduardo Grasso, ya aclaró que recibieron muchas ofertas de abogados penalistas para asesorarlos de forma gratuita. "Siempre recibimos denuncias como esta, pero es la primera vez que tenemos las pruebas que son fundamentales para que este hombre tenga una condena", expresó Grasso en un video publicado en redes sociales.
Mientras tanto, el sujeto sigue detenido, pero ya comenzaron a difundirse en las redes, imágenes de su rostro y distintas organizaciones proteccionistas están armando una marcha para este viernes.
Topo llegó a esa cuadra de Chimbas como muchos otros perros, abandonado cuando era un bebé, por alguien que no quiso hacerse cargo de él.
La ONG Patitas sin Hogar lo ayudó, lo vacunó, lo castró y comenzó a hacerle un tratamiento para la sarna por lo que lo llevaban una vez por semana a la Veterinaria Pueblo Viejo.
En esa zona lo conocían todos los vecinos y los niños. Topo tenía 8 meses, era todavía un cachorro tan chiquito que los nenes lo alzaban como si fuera un bebé y lo llevaban para todos lados.
"No era agresivo, abría la persiana del negocio y ya estaba ahí con la otra perra", relataron los vecinos.
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