Grandote y con una pinta de bonachón, al conocerlo, su persona no defrauda. Es que Bernardo Villanueva es eso y mucho más, puesto que no sólo se ganó la simpatía de los más chicos con su buena onda, sino también el aprecio de su comunidad, a la que asiste cada vez que puede con su labor solidaria.
El protagonista de la nota es uno de los comerciantes más conocidos de Rivadavia, de la zona de Libertador y Meglioli, y es el dueño de la panadería que hace más de 20 años está situada en esa esquina. Como su oficio lo demanda, se formó a base de sacrificio y eso lo trasladó al trabajo de todos los días. Para él, si no hay esfuerzo, entonces, no vale.
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De chico, a los 14 años aprendió a amasar sin saber que años más tarde, el rubro de la panificación sería el sustento de toda su familia. Con su esposa Norma y sus hijos Rodrigo, Marcos y Ana Laura sacó adelante un negocio que es un clásico en sus alrededores y que se convirtió en punto de referencia para muchos.
Es que su panadería está ubicada justo al frente de dos escuelas y, por lo tanto, toda la comunidad educativa que allí asiste lo visita a diario. Es así que los chiquitos del jardín de sala de 3 años lo eligieron como uno de los personajes destacados del lugar y, a través de sus docentes, conocieron su tarea y su espacio de trabajo. Como acto de gratitud, por su buena onda y su atención, los pequeños le obsequiaron un recuerdo que él exhibe con orgullo en su local: un afiche con mucho amor.
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Ese sencillo presente refleja un poco lo mucho que los nenes lo quieren. Sin embargo, no son los únicos que mantienen vínculos con él, sino que también sus padres, que alguna vez fueron alumnos del establecimiento educativo y le supieron comprar la tortita o la semita de cada día. "Acá hay papás de los niños que los conozco desde que son adolescentes y venían a comprar", detalló el mismo que celebró 21 años de vida con la panadería "Romana", cuyo nombre hace referencia a sus hijos.
Fanático del básquet e integrante de un equipo senior de Urquiza, Bernardo es conocido además por las acciones solidarias que emprende con fundaciones dedicadas a ello. Si bien no fue él quien contó ese dato, puesto que es algo que quien escribe tenía la información, explicó que lo que hace es regalar parte de la producción todos los días para aquellos que menos tienen.
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"Le llevamos a Susana (de la Fundación Solydar) todo lo que no se vende en el día y ella lo reparte. En realidad nosotros ayudamos un poco, la tarea más grande e importante la hace ella", sostuvo el panadero que siempre está al pie del cañón y quien deja entrever una sensibilidad con la realidad que lo rodea.
En ese sentido, el entrevistado manifestó que cada vez son más las personas que se acercan por su local para pedir comida. "Ver revolver la basura es algo muy doloroso. Uno tiene su realidad, trabaja, se esfuerza, pero estar en la calle y encontrarse con esas cosas es muy fuerte", confesó el trabajador que provee de panificación a bares, restaurantes y negocios en general.
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El hacedor de una de las pocas panaderías artesanales que aún quedan en pie señaló que la clave de su éxito, en cuestiones de negocio, es el trato con la gente. "Lo que se busca es ser cercano, a mí me pasa que tengo un mal día y me pongo a charlar con los clientes y me sacan una sonrisa", aseguró el mismo que agregó: "Uno tiene que estar atento a tener un buen producto, pero también en el servicio de atención, ser cálidos y humanos es lo más importante".
Más allá de los laureles que la nota le representa, Bernardo aprovechó la oportunidad para agradecer al equipo de trabajo que lo asiste día a día. "Cristian Aciar, Ismael Aciar, Lahuen Mendez, Franco Castillo, Tino Maldonado y Elias Quinteros son personas importantes. Ese es nuestro grupo que todos los días colaboran para que llegue lo mejor a la mesa de cada sanjuanino", sentenció.