Sus casi dos metros de altura, su bastón y los lentes negros son tan característicos como su cordial trato con la gente. Mauro Olmedo, o “Maurín” para los amigos, recorre a diario las calles del centro sanjuanino para afrontar diversos desafíos. Sin temor alguno, y pese a ser una persona no vidente, logró incursionar en varias facetas como el deporte y la gastronomía.
Mauro agradece a su familia y la escuela Braille por darle educación y aprender a vivir, a pesar de los diferentes obstáculos que padeció a lo largo de su vida. Recuerda patentemente cuando salía con su madre para aprender a transitar por la calle. Tomado del hombro de la mujer, iba grabando paso por paso y detectando el recorrido de los colectivos, siempre con la ayuda de algún sanjuanino solidario.
“Busco salir del confort, sin temor. Lo primero es soltarse uno y avanzar”, dijo a este diario. Su forma de ser también le permitió ayudar a personas no videntes, o quienes se quedaron ciegas, a dar un paso al frente y pelear por sus sueños.
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Olmedo creció y fue incursionando en el mundo del deporte. Comenzó con el atletismo, destacándose en disciplinas como lanzamiento de bala y disco. Su gran labor lo llevó a competir en los Juegos Evita y consagrarse campeón.
Más tarde lo buscaron para hacer fútbol, pero conoció el goalball y hoy es una de sus grandes pasiones. Gracias a este deporte adaptado, recorrió varias provincias y disputó torneos para representar a la Selección sanjuanina.
El goalball es el único deporte paralímpico creado específicamente para personas ciegas y con discapacidad visual, en el que participan dos equipos de tres jugadores cada uno. Se basa principalmente en el sentido auditivo para detectar la trayectoria de la pelota en juego (que lleva cascabeles en su interior) y requiere, además, una gran capacidad espacial para saber donde estar situado en cada momento con el objetivo de interceptar o lanzar la pelota. El goalball es el único deporte paralímpico creado específicamente para personas ciegas y con discapacidad visual, en el que participan dos equipos de tres jugadores cada uno. Se basa principalmente en el sentido auditivo para detectar la trayectoria de la pelota en juego (que lleva cascabeles en su interior) y requiere, además, una gran capacidad espacial para saber donde estar situado en cada momento con el objetivo de interceptar o lanzar la pelota.
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Mauro, en plena acción jugando al goalball.
Mientras tanto, va en busca de otro gran desafío: conseguir trabajo. Actualmente está desempleado y extraña aquellas épocas donde tuvo un carro de comidas rápidas en inmediaciones de Abraham Tapia y Larraín, Capital. “También les daba trabajo a otras personas”, rememoró. Lamentablemente, la pandemia y la consecuente crisis económica provocaron el cierre del local.
Trabajó en este rubro por la necesidad de independizarse y su gusto por la comida. Habitué de los carros del Parque, preguntaba a los comerciantes sobre los detalles del rubro y a partir de allí tuvo la idea de abrir ese negocio, porque también buscan “ser independientes porque no nos contratan”.
Pero Mauro no para y piensa de lleno en este objetivo, junto con el crecimiento del goalball en San Juan. “Creo en mis capacidades y me gustaría que vean mi desempeño”, reconoció. También tiene habilidades para trabajar como telefonista o recepcionista. “Yo me ofrezco para la persona que necesite”, finalizó.