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SUSCRIBITEInesperada y auténtica, se presentó como una gran sorpresa en el mundo del cine llegando profundamente tanto a grandes como a chicos.
Simple y auténtica, así es la película "Flow".
Definitivamente, no es un reto fácil mantener durante casi una hora y media a niños y grandes frente a la pantalla, atentos a un contenido que no tiene ni un solo diálogo. Sin embargo, “Flow”, la película animada que llegó por sorpresa, pateó el tablero y hasta se quedó con un Óscar, lo logra. Y lo hace de una manera tan sutil y bella que, a lo largo de la puesta, nadie parece extrañar las palabras.
Fue su propio director, Gints Zilbalodis, quien aseguró con “Flow”, la película actualmente disponible en los cines de San Juan, no pretendía alcanzar las características de una película convencional, sino que planeaba ofrecer una experiencia emocional. Y el reto está cumplido.
En la particular historia interpretada por animales en la que no se ve un solo humano, el protagonista es un gato de ojos saltones que transmiten cada uno de sus sentimientos. La narración arranca cuando él es sorprendido por una especie de tsunami, según se puede interpretar por la llegada repentina de una corriente de agua que lo cubre todo, corre sin pausa y cuyo caudal va subiendo segundo a segundo. Asustado por la situación, este gato es movido por su instinto de supervivencia y en su camino, tímidamente y con precaución, va involucrándose con animales de otras especies, muy diferentes a él, pero que tienen el mismo objetivo: mantenerse a flote para seguir vivos. Así aparecen los personajes secundarios, entre los que hay un carpincho, un lémur, un perro, un ave y hasta una ballena.
La travesía está llena de aventura, pero no de un modo necesariamente infantil, no es melosa ni pretende caer en golpes bajos o empalagosos. Los hechos simplemente se van sucediendo unos tras otros con total naturalidad. En una balsa que termina siendo una especie de arca de Noé, los animales tan diversos como complementarios se van entendiendo unos a otros.
En “Flow” no hay villanos, están sólo ellos y el agua. Sin embargo, las actitudes los personajes permiten percibir las buenas y malas intenciones, la empatía y el desapego o el desinterés por otros, y las alegrías y tristezas.
Entre las peculiaridades del film sobresale también que está realizado con Blender, un software libre y de código abierto que ofrece una animación diferente, que no recuerda a ninguna otra. Tiene fondos que muestran paisajes bien definidos y una profundidad llamativa, que se contraponen a los personajes diseñados con trazos simples y de características más similares a las de un dibujo. Esta mezcla, el modo en el que se plasman los movimientos y los colores que fluyen desde los paisajes ofrecen una experiencia inmersiva, similar a la de algunos videojuegos, que permite compenetrarse aún más con la historia.
Otro que destaca es el sonido. Sobre todo porque, en contraposición al tipo de animación utilizada, es extremadamente real. Y es que, para ponerles “voz” al protagonista, el diseñador de sonido de la película grabó a su gato, colocando micrófonos por toda su casa para captar los maullidos. Además, los productores samplearon ruidos emitidos realmente por las especies que aparecen en la película.
Es justamente esa amalgama de detalles apegados a la realidad con aquellos característicos del mundo de la fantasía, lo que se convierte en el aspecto distintivo de “Flow”. Mientras, la exquisita expresividad de cada representación ofrece una claridad narrativa que cala hondo en los espectadores y emite el poderoso mensaje, poniendo énfasis en la amistad, la importancia de valorar las diferencias y, principalmente, la resiliencia.
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