El ataúd del papa Francisco fue sellado este viernes en una ceremonia privada, no televisada, presidida por el camarlengo Kevin Joseph Farrell. El acto, reservado solo a un grupo reducido de personas, se realizó tras tres días de despedida pública en los que más de 250.000 personas se acercaron a la basílica de San Pedro para rendir homenaje al pontífice argentino.
Francisco, quien falleció el pasado 21 de abril a los 88 años, fue despedido por fieles, peregrinos, turistas y líderes políticos de todo el mundo. Desde su llegada al Vaticano en 2013, Jorge Bergoglio marcó un papado centrado en la humildad, el diálogo interreligioso y la defensa de los más vulnerables. Su capilla ardiente fue instalada bajo el majestuoso baldaquino de Bernini, en el corazón de la basílica vaticana, donde miles de personas hicieron fila incluso de madrugada para despedirse del pontífice “venido del fin del mundo”.
El miércoles, su féretro fue trasladado desde la residencia de Santa Marta, donde vivía desde el inicio de su pontificado, hasta la basílica de San Pedro. La masiva afluencia de visitantes obligó a las autoridades del Vaticano a mantener abiertas las puertas incluso durante la noche, en jornadas marcadas por la emoción y el recogimiento.
Este viernes a las 17:00 horas se cerraron los accesos a la plaza de San Pedro, y a las 19:00 horas se puso fin al acceso del público para dar paso a la ceremonia privada de clausura del ataúd. En ella participaron solo algunas personas allegadas, en una atmósfera de profunda solemnidad.
Mañana se cumplirá el último deseo de Francisco: ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor, uno de los lugares más queridos por él en Roma, bajo una lápida sencilla que llevará únicamente su nombre, "Franciscus".