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SUSCRIBITESe trata de la tanda importada desde China. Son 230 millones de billetes, a ser distribuidos en los cajeros automáticos.
El presidente Javier Milei sigue con la motosierra encendida ajustando en el Estado, y el próximo organismo a disolverse con el objetivo de "eliminar gastos innecesarios" es la Casa de la Moneda. Dato no menor, ya que, tal como precisó el vocero presidencial, Manuel Adorni, su principal función es la impresión de billetes, y en cambio, se optará por "licitar" este trabajo con empresas privadas.
Esta decisión del Gobierno se da en un momento clave, dado que, ya llegaron al país los primeros billetes rojos de $20.000 impresos por China; mientras que, la Casa de Moneda todavía imprime los de $1.000 y se encuentra demorada con la entregas de los papeles de menor denominación que había acordado con la gestión anterior.
Es decir, mientras la empresa pública, industrial y comercial, dependiente del Ministerio de Economía, que funciona desde 1875, no cumplió a tiempo con las entregas pautadas, desde la tercera semana de octubre entrarían en circulación una partida de 230 millones de unidades de billetes de $20.000.
Incluso, los bancos se encuentran abarrotados de billetes de $1.000, que por la avanzada de la inflación, representan poco valor real en mano, y las entidades prefieren llenar sus cajeros con papeles de mayor denominación.
Así lo consignó Infobae, que además, reveló que "muchos bancos optaron por alquilar depósitos cerrados, llamados “sarcófagos” en la jerga de los tesoreros, para atesorar billetes de $1.000 en exceso".
El nuevo billete es de color rojo, vale menos de 17 dólares y fue producido íntegramente en el exterior. Tiene la imagen de Juan Bautista Alberdi. Abogado, nacido en San Miguel de Tucumán y radicado desde muy joven en Buenos Aires, ciudad en la que desarrolló una importante actividad política, cultural y social.
El prócer es conocido por ser el autor intelectual de la Primera Constitución, y además, fue uno de los pensadores más importantes e influyentes del siglo XIX.
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