En el corazón de la Villa Observatorio, uno de los barrios más populosos del departamento Chimbas, un futbolista de 14 años está a punto de vivir una de las mayores aventuras de su vida. Con un nombre que lleva una enorme carga simbólica -su padre lo bautizó como Román por el ídolo xeneize y actual presidente de Boca, el chico se prepara para transformarse en la nueva joya de River Plate a partir del mes de febrero. Dejará su hogar para instalarse en Núñez y perseguir la ilusión de triunfar en el fútbol grande.
"El nombre no importa, porque voy a darlo todo por esta camiseta", aseguró Román, con una madurez sorprendente. Aunque creció en una familia boquense, no se siente influenciado por los sentimientos y reconoció que está listo para entregarse al 100% al club que lo eligió. "El hincha puede estar tranquilo, siempre voy a dar la vida por los colores que defienda, sea cual sea el club", afirmó, dejando claro que su pasión por el fútbol está por encima de cualquier rivalidad.
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Su historia con River comenzó prácticamente en un partido que disputó con Peñarol frente a Alianza, en un torneo regional juvenil que tuvo lugar en Santa Lucía. Allí lo vio Williams, un cazatalentos de River que llegó a San Juan a captar futuras promesas del fútbol. "Él me vio y me pidió mis datos", relató el protagonista. Ese primer contacto lo llevó a realizar pruebas en septiembre, donde fue observado más de cerca. Su desempeño en la Copa del Lautaro Martínez, disputada en Bahía Blanca, terminó de sellar su pase al club. "Ahí jugué, hice todo bien, y me dijeron que quedé", recordó Román, emocionado.
Pero el camino no fue fácil. Antes de esta oportunidad, Román Montaño ya había viajado a Buenos Aires en dos ocasiones para entrenar con las categorías inferiores de River. "La primera vez fue cuando tenía nueve años, fui a entrenar al predio de Ezeiza para ver si estaba al nivel de los chicos de allá", explicó. También tuvo su chance en Estudiantes, institución que hasta hace unos días hizo intentos por seducirlo y sumarlo a sus inferiores.
Como defensor central, Román admira al "Cuti" Romero, Nicolás Otamendi y Germán Pezzella. "Son referentes para mí por cómo se entregan en cada partido. Yo quiero ser un central que no deje pasar a nadie", apuntó.
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Pero ahora, con un lugar asegurado en las inferiores de River, Román se prepara para comenzar una nueva etapa en su vida. En febrero se instalará en Buenos Aires, donde vivirá en un hotel cercano al club mientras asiste a la escuela y entrena con su equipo. Aunque la pensión de River aún no tiene cupo disponible, el joven no se deja intimidar por el desafío de vivir lejos de su familia. "Estoy enfocado en dar lo mejor de mí y aprovechar esta oportunidad", expresó.
La chance de jugar en River, de cumplir "el sueño del pibe", no solo es un sueño personal, sino también un motivo de orgullo para su familia. Su padre Ariel, quien es albañil, y su mamá Valeria, comerciante, son su inspiración en este nuevo camino que está por recorrer. "Quiero ayudar a mis padres, que siempre han trabajado duro para apoyarme. Quiero llegar lejos, no solo por mí, sino también por mi familia. Este es mi sueño y voy a hacer todo lo posible para lograrlo", comentó emocionado. Su padre y su abuelo, quienes le inculcaron la pasión por el fútbol desde pequeño, son sus mayores referentes fuera de la cancha: "Todo lo que sé de fútbol lo aprendí de ellos".
"Mis compañeros de Peñarol me felicitan y me dicen que no desaproveche esta chance, porque es un sueño que muchos chicos tienen".
Embed - La historia del sanjuanino que deja la Villa Observatorio para cumplir "el sueño del pibe"