El vóley es sin duda parte de la vida del joven sanjuanino Gino Bevilacqua. Se insertó en el mundo de la red por sus padres y sin querer se volvió un amor inseparable. Fue escribiendo su camino a paso de hormiga y un llamado de Italia lo ‘volvió loco’. “Me tomó de sorpresa que se interesaran en mí”, contó el punta receptor a Tiempo de San Juan. Casi 2 metros de altura para el deportista que está terminando la secundaria de forma virtual y ya se metió de lleno en la cultura italiana.
Tiene apenas 17 años y muchas cosas para contar. Su vida deportiva ya tiene varios capítulos y a pesar de la diferencia horaria -5 horas más en Europa- puso una pausa en su rutina para narrar cómo se fueron dando las etapas.
De ser un chico de perfil bajo, que pasaba casi desapercibido a ser perseguido por la prensa, es que no cualquiera con esa edad pega un salto tan grande ni mucho menos después de una cita en la Selección Argentina.
Gino nació en la capital sanjuanina. Es hijo de Adriana y arrancó jugando al vóley a los 11 años en el semillero de Obras, la gran cuna de voleibolistas que tiene nuestra provincia. Por la altura, juego o el simple ‘legado’ que traía de la casa, lo posicionaron entre uno de los jugadores más valiosos y así es como se fue destacando en el grupo. Hasta ser visto por los entrenadores del combinado nacional.
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Gino, con la camiseta número cinco en el equipo de Mauro Lima.
“Arranqué a jugar al vóley en Obras en el 2018”, aseguró el punta, que también tuvo paso por UVT y Campana, el equipo de Buenos Aires. “Este amor por el vóley viene de familia, por mis padres, que si bien no fueron profesionales, siempre jugaron”.
Al jugador le tocó madurar de muy chico. A los 16 años se fue a Buenos Aires a competir en el Club Ciudad de Campana y por más que sus afectos hayan estado presentes a través de visitas cortas o el 'bendito' internet, le tocó crecer deportivamente solo y eso dice que le ayudó a que no le cueste ‘cuando juega de visitante’. Hoy radica en Spoleto-Italia y si bien comparte la estadía con su madre, se acostumbró rápido al italiano, a las calles antiguas y al idioma tano.
“Un agente de voleibolistas me ofreció sumarme a Cascia Volley en Spoleto y no la dudé. Hace una semana que llegué y me encontré con una ciudad muy linda, que tiene sus edificios antiguos. El torneo está bueno y seguramente vamos a apuntar a ascender a la Serie B”, remarcó el surgido de la cantera de Obras, ya enfocado en el mapa deportivo.
Nunca pensé que iba a salir del país a jugar en un club, me cayó un poco de sorpresa la noticia de que estaban interesados en mí. Es el sueño de todo deportista, el poder llegar afuera. Estoy contento con mi progreso, pero obviamente aspiro a más
A pesar de que los entrenamientos con su nuevo club sean la prioridad, se encuentra terminando el secundario. Al no poder hacerlo de forma presencial en la Escuela Normal en Campana, Buenos Aires, se conecta para estudiar, poder rendir y recibirse de estudiante.
Gino Bevilacqua ya sabe cuánto pesa ponerse la camiseta de la Selección Argentina y no se estanca. Sueña, se pone objetivos y uno máximo: ser olímpico.
“Con la Selección Argentina en 2022 y 2023 fui a una observación y en 2024 se me dio para ir al Sudamericano de Lima. Estoy muy contento, trabajé mucho para llegar a estar ahí. Me encantaría algún día alcanzar las olimpiadas. Sería un sueño”.
“Al vóley lo elegí desde niño y si bien pasé por varios deportes, este fue el que más me gustó. Me hizo rodear de buenas personas, hice amigos y actualmente es lo que me gusta hacer, no lo veo como un trabajo. Me apasiona. Lo disfruto todos los días”, cerró Gino Bevilacqua, el sanjuanino de casi dos metros que estampó su nombre en la Selección Argentina, fichó para un club italiano y sueña con unos olímpicos.