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SUSCRIBITEFueron dos jornadas cargadas de actividades con el maravilloso paisaje de Valle Fértil de fondo. La Fiesta de la Chica y el Tomillo y una nueva edición que tuvo de todo.
Las Sierras de Chávez tuvieron gran movimiento este fin de semana largo. Además de la presencia de turistas que llegaban cautivados por la belleza y tranquilidad del lugar, se llevó a cabo la 18º Fiesta de la Chica y el Tomillo, el tradicional evento que logra unir a toda la localidad y año tras año se vuelve más convocante.
Las lluvias de la semana pasada llenaron de preocupación en algunos visitantes que dudaban sobre el estado del Camino de los Sueños, la huella que permite llegar al corazón de las sierras tomando por Los Bretes. A pesar de las presunciones, el mismo se encontraba en óptimas condiciones permitiendo que movilidades de gran porte como también camionetas pudieran ascender sin inconvenientes, al igual que motos y jinetes a caballo. Los fleteros del lugar estaban cargados de viajes, algo que se celebraba en la organización de la fiesta, ya que eso significaba que el marco de público iba a ser más que interesante.
Durante el transcurso del jueves por la tarde y la mañana del viernes comenzaron a llegar los primeros visitantes. De localidades de La Rioja, como de Bermejo, Marayes, Casas Viejas entre otros puntos de la provincia fueron llegando familias, parejas y grupos de amigos en movilidades particulares como también a caballo. “Salimos el martes en la mañana y llegamos el viernes bien temprano”, comentó a este medio Miguel, un fiel asistente de la fiesta que llegaba de Casas Viejas, un pueblo ubicado a 14 kilómetros del Puesto de Nikizanga.
En la parte delantera del predio al lado de la Escuela Albergue Hernando de Magallanes, donde se encuentra actualmente la sede de la Unión Vecinal, se habían dispuesto alrededor de una veintena de carpas. Niños, adultos y hasta algunos ancianos se encontraban entre reposeras, guitarras y mate esperando que la fiesta comenzara. El momento de encuentro entre compadres y nuevas amistades se volvió la previa ideal para lo que sucedería en horas de la noche.
La primera jornada fue el viernes 11 de octubre. Las actividades oficiales dentro del marco del evento comenzaron en horas de la siesta con el arranque del Cuadrangular de Fútbol, un torneo que se juega año tras año de forma simultánea con la fiesta. Mientras en la cancha, que se usaba por primera vez, se llevaba a cabo el encuentro deportivo donde no faltaron las chicanas, las risas y las muestras de colaboración constante entre jugadores como la hinchada, en las afueras de la unión vecinal se alistaban para lo que sería la primera noche, con una interesante grilla de artistas.
Sonido instalado, conductores presentes y partidos finalizados, al comenzar a caer la noche fueron arrimándose hasta el lugar tanto las personas que se encontraban en las carpas como familias de la zona y visitantes de lugares cercanos.
No faltó el chivo asado, las mesas largas rodeadas de amigos de hace años que compartían brindis y risas. Los niños jugaban entre los adultos que desde el primer tema hasta entrado el amanecer bailaron rancheras sin parar.
La convocatoria fue fluctuando a lo largo de la noche, mientras Ramón Gómez y Jorge Castro, los conductores y animadores de la velada, entretenían a los presentes entre banda y banda. Sobre el escenario pasaron Juan Gabriel, de Bermejo; Los del Árbol, oriundos de Chávez; Los Hermanos Calivar y Los Pétalos Rojos, de La Rioja.
El sábado por la mañana se reanudaron las actividades con la final del Cuadrangular de Fútbol que tenía a los dos equipos que se habían presentado de Sierras de Elizondo disputando el primer lugar. Mientras en la cancha se vivía el calor y el folclore característico de este deporte, en las inmediaciones de la unión vecinal estaba todo listo para dar continuidad a la fiesta.
Las nubes comenzaron a cubrir el cielo y el clima se volvió amigable y ameno. Un abrigo liviano era suficiente para pasar el rato, aunque algunos entraron en calor pronto una vez iniciada la actividad en el escenario.
El fuego y las cocciones comenzaban a invadir el ambiente con aroma a pasteles y chivo, haciendo desear a más de uno. En algunas mesas giraba el mate, en otras ya estaban disfrutando del almuerzo, mientras que en otros rincones se daba inicio a una nueva tanda de brindis.
Al público de la noche del viernes se sumaron nuevos visitantes que llegaban de distintas partes. Algunos aprovechaban el resto del fin de semana largo para disfrutar de las bondades y la belleza que ofrecen las sierras vallistas, donde la señal telefónica no existe y la desconexión del trajín diario se vuelve realidad. Otros solo iban por la fiesta, con planes de emprender el regreso en horas de la tarde, mientras aun había luz natural.
Pasadas las 13 horas se hizo el izamiento de la bandera argentina, dando inicio al acto oficial donde los organizadores agradecieron la presencia de los presentes, como así también el arduo trabajo de los miembros de la comunidad que una vez más se habían puesto la fiesta al hombro, trabajando de sol a sol para que todo saliera perfecto, sin contratiempos ni inconvenientes, brindando el máximo de comodidades y la mejor atención posible para que todos se sintieran bienvenidos.
Demás está decir que el baile nuevamente se apoderó de la pista donde jóvenes y no tan jóvenes desplegaron sus mejores pasos al ritmo de las rancheras que estuvieron presentes en todo momento.
Para los lugareños, la Fiesta de la Chica y el Tomillo no es solo un evento más o una excusa para reunirse. Implica identidad, honra y orgullo. Desde su creación hasta la fecha, solo se suspendió dos años por la pandemia, y cada edición regresa con más fuerza y voluntad, con la esperanza que al menos una vez las personas puedan vivir la experiencia de la fiesta desde adentro, rodeados de la belleza y majestuosidad de las sierras.
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