El acento colombiano se mantiene en su voz por más que esté cumpliendo 11 años viviendo en San José de Jáchal. Los caprichos de la vida hicieron que naciera en el pintoresco municipio de Filandia (departamento de Quindío, Colombia), pero Yeiner Julián (36) tiene más que claro que su lugar en el mundo es la tierra de Buenaventura Luna.
Simpático, y con una prosa decorada de un atractivo vocabulario –algo salpicado de los modismos locales-, sigue el ritmo del folklore que desprende el escenario de la plaza principal en el primer fin de semana de la Fiesta Nacional de la Tradición. Entre medio, muchos saludos porque tras esta década y monedas terminó sacando el título de ‘un vecino más’.
El presente lo encuentroa sereno y feliz, pero la historia que carga en su mochila tiene unos cuantos capítulos complicados que lo terminaron haciendo más fuerte. Un serio problema familiar lo hizo tomar la decisión de ponerse a trabajar mientras estudiaba para ayudar a su madre. Tenía 14 años y, con Dios como apoyo fundamental, terminó la secundaria y hasta subió un peldaño más el desafío académico al recibirse de Técnico Profesional Forestal.
En ese escenario parecía que Colombia seguiría siendo su patria por mucho tiempo, pero el ‘ninguneo’ en el ámbito laboral –lamentable patrimonio intangible de la humanidad- le hicieron dar un portazo a esa realidad. Tras una charla sentida y profunda con su madre, salió buscar un mejor porvenir puertas afuera de su país. Estados Unidos fue el primero que ocupó su mente, incluso hasta la puerta de la embajada de esta nación llegó, pero un tío le ‘pegó un chiflido’ desde un punto más austral, donde está la tierra del Sol y del Buen Vino, sabiendo lo importante que es ver una cara conocida cuando empieza la película del desarraigo.
El sentimiento que me genera Jáchal es inexplicable. Me encanta su gente y el sentido de la amistad que te demuestran una vez que te ganas su confianza El sentimiento que me genera Jáchal es inexplicable. Me encanta su gente y el sentido de la amistad que te demuestran una vez que te ganas su confianza
“Llegué un 18 de noviembre de 2013 a Mendoza y de ahí en colectivo a Jáchal, donde ya vivía mi tío, hermano menor de mi madre. Mientras iba entrando a esta nueva tierra me llamó mucho la atención ver un desierto a ambos lados de la carretera, un paisaje muy llamativo para alguien acostumbrado a ver para todos lados verde”, recordó Yeiner, quien no tuvo problema alguno de probar suerte en distintos lugares –entre ellos Iglesia y la propia capital de San Juan- y varios trabajos hasta ganarse un lugar en la sociedad jachallera.
Actualmente alterna entre tres actividades para permitirse un buen pasar, pero sin duda alguna la gran alegría que sumó en su periplo fue cumplirle a su madre el sueño de la casa propia: “Cuando yo me fui de mi casa le dije que entre otras cosas lo hacía para poder darle un techo que fuera suyo y gracias a Dios, y a todo el esfuerzo que me tocó hacer en estos años, lo terminé de cumplir a principio de este año”. La emoción de su voz no entraría en una descripción.
La buena administración de sus ingresos y la buena onda que tiene con sus jefes le permitirán volver a Colombia a fin de año. Pero este carismático ‘cafetero’ no duda en que será una visita, “un abrazón a la vieja” y de nuevo para Jáchal, en donde también se instaló su hermano junto a su familia y un tío más.
“El sentimiento que me genera Jáchal es inexplicable. Me encanta su gente y el sentido de la amistad que te demuestran una vez que te ganas su confianza. Yo me siento un jachallero más, me encantan sus costumbres, su forma de vida y sus tradiciones”, completó Julián, quien confesó que como materia pendiente le queda aprenderse el recitado de ‘Vallecito de Huaco’.