Es martes. La creciente fue durante el fin de semana y pese al calor aún hay charcos, zonas enlodadas y greda por todos lados. Huaco presenta postales atípicas. Pasó de ser el pueblo tranquilo, hogar de Buenaventura Luna, al desafío de renacer del lodo y los daños que dejó el agua que pasó como una fiera sin pedir permiso.
Los relatos de Rosa, Hilda, don Robles y tantos otros son el mismo. Viernes por la noche llovía y el cielo parecía que iba a caerse. Truenos y relámpagos iluminaban la noche que cada vez era más oscura. "Yo me fui a dormir, qué me iba a imaginar lo que iba a pasar", comenta Hilda antes de darle paso al relato de terror.
Barrio Los Nogales I fue una de las zonas mas afectadas por la presencia del agua. Es el primer barrio que se ubica a mano izquierda por la calle principal del pueblo, pasando el Algarrobo Histórico. También una de las zonas sorprendidas por la creciente que llegó hasta el lugar sobre las 2:30 y 3:30 de la madrugada del sábado. El horario exacto es un misterio, ya que muchos dormían y otros estaban de descanso, pero todos los vecinos del barrio coinciden en lo mismo: el ruido del agua fuerte y extraño.
La violencia con la que llegó la creciente jugó con las estructuras de las viviendas. La altura de la creciente osciló entre los 50 centímetros y metro. Al menos eso se puede calcular según las marcas que aún siguen adheridas a las paredes de las casas.
El agua pasó abriéndose camino, volteando lo que hubiera delante. Medianeras totalmente destruidas y un granero del cual solo quedan escombros y el recuerdo de los animales que no pudo salvar. Hilda contiene las lágrimas al repasar cada minuto de esa noche mientras recorre lo que dejó la creciente en el fondo de su casa.
En las distintas arterias del pueblo aún hay resabios de lo que fue esa noche de horror. Greda dentro de las viviendas que son baldeadas, barro, humedad y hasta las marcas de las corridas y desesperación en un barro que se va secando, muy lento, sin entender la urgencia de los huaqueños en poder evaluar los verdaderos daños y comenzar con los arreglos.
Comenzar quienes pueden, porque hubo viviendas que no pudieron salvarse. "Me dijeron que no se puede habitar. Yo me preguntó ¿Y donde voy a vivir ahora? Si está fue mi casa por 30 años, acá viví siempre", comenta Rosa Aballay, mientras batalla con la angustia de haber perdido su casa por la creciente.
Lo que era la casa de Rosa se encuentra en el conocido callejón Aballay, que queda siguiendo la calle principal, donde topa, a mano izquierda.
Rosa no tuvo suerte, pero sí un Dios aparte, ya que su vivienda quedó en medio de dos creciente. La ruptura de la defensa que desencadenó todo el desastre se abrió en dos brazos, los que desembocaron justo en la zonda donde está su casa de adobe.
Ella y su marido dormían en una de las habitaciones de la cual solo quedan tres paredes en pie. En la otra, estaban sus dos hijos. Fue un vecino quien a los gritos les alertó sobre lo que estaba pasando. Rosa reconoce haber sacado fuerzas que solo una madre en una situación de desesperación podría encontrar para ingresar al cuarto que ya estaba cubierto de agua y sacar a sus dos hijos alzados. "Ellos tenían el ventilador. No me quiero ni imaginar lo que hubiera pasado si el agua llegaba al ventilador" comenta sin poder aguantar el llanto.
Lagrimas de dolor al recordar esos momentos de tensión. De impotencia al recordar como su casa se fue cayendo e inundando. De amargura al recordar la cantidad de bienes materiales que perdió. Pero también lágrimas de agradecimiento, porque a pesar de la tragedia, hoy sus dos hijos pueden ir a la escuela y solo pasaron un susto que no olvidarán, pero están con vida.
La creciente suele ser engañosa. Bajo el agua completamente turbia es imposible saber que viene. Ramas, piedras, mugre. La violencia del agua puede ocasionar tragedias que de solo pensarlas acorta el aliento.
Hoy afortunadamente Huaco no lamenta una tragedia mayor. Pese a ello, comienza la tarea de la reconstrucción de un pueblo que sigue sacando agua del interior de las viviendas, mientras en voz alta se oyen los ruegos y rezos de las vecinas que miran con desconfianza hacia las nubes oscuras que aparecen por el oeste, rogando que la lluvia les de la tregua que necesitan para reponerse.
Una visita especial y la promesa de asistencia
Desde el mismo sábado personal de la Municipalidad de Jáchal se ha hecho presente en Huaco relevando la situación y necesidades de los vecinos, pero la sorpresa llegó este martes.
"Acaban de decir por la radio que viene el Gobernador" asegura una de las vecinas que a posteriori comenzó a enlistar todo lo que hace falta: mercadería, colchones, calzado, ropa para niños, ropa para adultos, camas, materiales, naylon, palos...y así siguió por un rato.
Sobre el mediodía se escuchó el helicóptero que en su interior transportaba a Marcelo Orrego y varios funcionarios que llegaban hasta el pueblo para tomar contacto con los vecinos que esperaron a metros de la casa de Rosa, justo donde topa la calle principal.
Previamente, personal de Desarrollo Humano y Familia habían ido casa por casa avisando a los vecinos sobre la visita del mandatario provincial y su equipo, por lo que de a poco fueron llegando familias completas.
"Vine para poder tomar decisiones, para poder destinar dinero en la puesta en marcha de la defensa, que es lo prioritario hoy. Tenemos fondos que destinamos para este tipo de situaciones. Son cuestiones de emergencia donde el Estado tiene que estar presente. Esto nos permite actuar rápido y no estar esperando", señaló Orrego.
Y continuó: "Hemos venido con la gente de Hidráulica, más allá de la asistencia de otras repeticiones". En la previa, desde el aire chequearon el estado de las defensas que cedieron ante la presión del agua.
Cómo era de esperarse, no demoraron en aparecer los pedidos de las familias que preguntaban qué hacer con los posos negros, con sus casas, con lo que perdieron. También llegaron aquellos que aprovecharon para contar que no tenían agua o que necesitaban trabajo.
Todos los pedidos fueron escuchados tanto por Marcelo Orrego, por el jefe comunal de Jachal, por el ministro de Desarrollo Humano y Familia, Carlos Platero y demás funcionarios.
La asistencia continuará llegando al pueblo, mientras se aguarda que el calor seque lo más que se pueda para iniciar con los trabajos necesarios que lleven tranquilidad a los huaqueños.