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SUSCRIBITENació hace décadas en el seno de una comunidad educativa con la finalidad de conseguir fondos para los egresados. Hoy es uno de los eventos más importantes de Barreal.
“Entré en la docencia en el 1985 y ya se hacía la fiesta”, comenta Luis Jofré, quien fue docente en el Colegio Jesús de la Buena Esperanza, en Barreal, jubilado hace un par de meses. La Fiesta de la Primavera y la Juventud lleva tantos años en la memoria colectiva del pueblo que se espera con ansias no solo por la comunidad educativa, sino por la sociedad en general que se prepara para vivir jornadas únicas, llenas de color, frescura y nuevas propuestas.
La fiesta nació tras la iniciativa de un grupo de estudiantes del colegio segundario que depende de la Universidad Católica de Cuyo. Con el propósito de reunir dinero para la cena de egresados, pensaron que celebrar la primavera dentro de la comunidad educativa podría llegar a ser una buena idea. Jamás imaginaron que iba a ser tan trascendente al punto tal de echar raíces en la comunidad, siendo algo que religiosamente se realiza año tras año.
Actividades puntuales como el Desfile de Carruajes o la Noche de Gala están desde el minuto cero. La propuesta siempre fue la misma: cada curso del establecimiento debía llevar a cabo un carruaje a tono con la temática de cada edición. Los alumnos, en una actividad que representaba recreación y unión, diseñaban su carruaje, lo montaban y se hacían cargo de todos los detalles. En muchas oportunidades los padres suelen acompañarlos, como así también los docentes que asumen el rol de coordinadores.
A la actividad del carruaje se sumaba la búsqueda de la candidata a Reina de la Primavera. Cumpliendo con una serie de requisitos que fueron mutando con el paso del tiempo, cada curso debía encontrar a la representante que no solo subiera a cada carruaje y desfilara por la calle principal del pueblo, sino que también debía participar de la Noche de Gala.
Pero eso no era todo. La creatividad, ocurrencias y el talento se veía desafiado durante la Noche de Gala, una velada en la que cada curso del establecimiento presentaba un número artístico. El “sketch”, como suelen denominarlo en el pueblo, rondaba entre la comedia, parodia, música, danza, entre otros.
Así, la fiesta que nació en el interior de las paredes de un colegio fue contagiando a la comunidad. Como el Desfile de Carruajes y la Noche de Gala eran abiertos al público en general, el pueblo comenzó a tener mayor participación y cada año se fueron sumando distintas instituciones. Clubes deportivos, academias de danza, uniones vecinales, centros de jubilados y demás espacios hacían sus propuestas para participar del evento que de a poco comenzó a brindarle identidad al pueblo.
“En primera instancia fue de la escuela, pero luego comenzaron a integrarse otras instituciones. Es una fiesta muy esperada por la sociedad, se prepara con tiempo y deja dinero, porque la gente se predispone a gastar dinero en esta fiesta, y a los chicos les viene bien”, comenta Luis.
Con el paso del tiempo la fiesta fue mutando, no solo en el formato, sino también de sedes
Durante muchos años se realizaba el jueves la Noche de Gala en un salón ubicado dentro del predio donde funciona actualmente la Escuela de Cadetes de Gendarmería. Allí se colocaba un escenario, alfombra roja y se vivía una velada única que continuaba el viernes con el Desfile de Carruajes en la calle principal del pueblo, frente a la plaza central. El sábado se hacia la segunda pasada de carruajes y en el mismo salón realizaban la elección de la Reina de la Primavera, se premiaba el carruaje ganador, como el sketch elegido por un jurado y se daba paso al baile de la primavera.
Cuando el salón de Gendarmería no se pudo seguir usando para la fiesta, otros escenarios ocuparon ese lugar. El polideportivo municipal sirvió de escenario varios años y recientemente la fiesta se mudó al Anfiteatro Natural Cerros Colorados. Se redujo la fiesta en dos jornadas este año, y solo se hace una sola noche de carruajes, con dos pasadas.
Desde la organización actual, a cargo de los docentes y los alumnos del penúltimo año de la secundaria, recuerdan que, en la pandemia, como muchas actividades, la fiesta tuvo su interrupción, pero siempre se ha procurado realizarla. Este año incluso cumplió 38 ediciones.
Así como el formato de la fiesta fue mutando, algunas características también se adaptaron a los tiempos modernos. La figura de Candidata a Reina fue reemplazada por las Embajadora y desde el año pasado se incorporó Embajadoras y Embajadores, dando espacio a que el lugar no sea solo ocupado por mujeres.
“Vivirla como alumno fue muy lindo, porque el Colegio destina el tiempo para que los chicos comiencen a armar. Le dedicábamos una semana para realizar el carruaje, armar los números artísticos”, comenta Luis Miguel Jofré, quien formó parte de la fiesta como espectador y participante, como organizador junto a su curso, y hoy en día como responsable y coordinador.
El fin de la Fiesta de la Primavera y la Juventud sigue siendo el mismo: colaborar para que los alumnos del último año de la secundaria puedan tener su cena de egresados y si tiene suerte, su viaje. El evento no solo es sinónimo de festejo, sino también de identidad, de comunidad y apoyo.
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